LINAJE DE LOCURA

La desazón, y el pesimismo, operando como paso previo a la acción ofensiva.

Un telón de fondo que reúne, en ese plano, elementos que explican o condicionan, cuando no justifican, determinados comportamientos que van definiendo el perfil psicológico de Ismael Quiroga, el protagonista de Miserias de la abundancia.

Cobran fuerza en esa dimensión: la locura como herencia, las sombras, la lluvia, el fuego y, obviamente, las miserias que denuncia el título de esta novela que también nos habla del hombre que, más allá de cualquier pecado original, forma una familia. Su construcción y derrumbe.

 

Manuel Megías habría elegido, como un recurso eficiente para desnudar ciertas partes de la realidad que observa, ofrecerle la palabra a la locura, prestándole una voz orientada a cuestionar todo aquello que en principio encaja mal o, tras el tiempo, desencaja. Tal vez lo hizo admitiendo que en ciertos casos, por medio de la locura,  uno puede llegar a adquirir alguna capacidad de reconocer  miserias atrapadas, que giran  a nuestro alrededor, para intentar después asumir las propias debilidades y verdaderas limitaciones que, frecuentemente, impiden ejercitar bien la razón.

La locura y la muerte; la mentira y la verdad; la apariencia de tantas cosas. Los ojos de una locura irónica y la locura de los pedantes; aquí un punto de encuentro con Erasmo de Rotterdam.

 

Es una novela de sombras, de todo aquello que no sabemos aceptar ni descubrir en nosotros; una historia de insuficiencias y carencias; de pérdidas, de rabia y celos, de frustración y angustia. Es una mirada sobre las obsesiones y el descontrol; es la vida de un hombre mal arrepentido que, a pesar de todos y de todo,  permanece inmerso en un creciente decaimiento moral.

Y es una conexión con la noción de destino.

 

La lluvia en la literatura; llega abonando la idea de fertilidad, pero también de melancolía y muerte.

Imágenes de lo inevitable y de lo consumado.

El fuego que todo lo destruye pero que, cuando el hombre lo descubre, vence el miedo a la oscuridad que, hasta entonces, generaba un escenario propicio para el ataque de bestias y fantasmas.

 

Aquel Mario Vargas Llosa de los años ´60, decía que, por una cuestión de vocación, los escritores se convierten en profesionales del descontento; se hacen perturbadores conscientes o inconscientes de la sociedad. Y, asimismo, sostenía que el escritor debía seguir arrojándoles a los hombres “el espectáculo no siempre grato de sus miserias y tormentos”. También afirmaba que la literatura es fuego y que, “en el dominio de la literatura, la violencia es una prueba de amor.”Algo de todo esto se encuentra también aquí.

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Título: Miserias de la abundancia

Autor: Manuel Megías

Editorial: Alto Pogo

190 páginas

Sobre El Autor

Ex funcionario de carrera en la Biblioteca del Congreso de la Nación. Desempeñó el cargo de Jefe de Difusión entre 1988 y 1995. Se retiró computando veinticinco años de antigüedad, en octubre de 2000, habiendo ejercido desde 1995 la función de Jefe del Departamento de Técnica Legislativa y Jurisprudencia Parlamentaria. Fue delegado de Unión Personal Civil de la Nación (UPCN) - Responsable del Área Profesionales- en el Poder Legislativo Nacional. Abogado egresado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la U.B.A. Asesor de promotores culturales. Ensayista. Expositor en Jornadas y Encuentros de interés cultural. Integró el Programa de Literatura de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. Se desempeña en el Centro de Narrativa Policial H. Bustos Domecq. Es secretario de Redacción de Evaristo Cultural, revista de arte y cultura que cuenta con auspicio institucional de la Biblioteca Nacional (M.M.)

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