Tengo edad suficiente como para haber visto Viaje a las Estrellas (1966-1969) en blanco y negro. Y desde entonces soy un fan furibundo del universo trekkie. Pero no es sólo una cuestión de edad (ni que la parte de arriba de mis pijamas diga “Starfleet Academy”): el señor Spock y su lógica vulcana es uno de mis paradigmas de conducta. Por eso, al principio, me costó asimilar que en Viaje a las Estrellas-La Nueva Generación (1987-1994) no iba a estar el capitán James T. Kirk y el resto de los muchachos de la USS Enterprise NCC-1701. Sin embargo, el capitán Jean Luc Picard y su tripulación se convirtió en una cita obligada (y mientras más tiempo transcurre, más se agiganta su ausencia). No así el comandante Sisko de la Deep Space Nine (1993-1999) que nunca me terminó de convencer (y menos que estuvieran estáticos en la base espacial que daba nombre a la serie). En cambio, la capitana Janeway de la Voyager (1995-2001) aportó lo suyo en esto de viajar audazmente a dónde nadie llegó antes. De ese esperpento que se llamó Entreprise (2001-2005) no pienso decir ni una palabra.
Y en este breve repaso conmemorativo no voy a olvidarme de la más de una docena de películas que, con mayor o menor fortuna, llevaron el mundo de la Federación Unida de Planetas a la pantalla grande. Sobre todo, en las tres últimas, que bajo la dirección de JJ Abrams, han remozado a la tripulación original con la evidente intención de acceder a las nuevas generaciones que poco sabían de esta saga que el año pasado celebró sus primeros cincuenta años.
Y esta mención de la (nueva) versión cinematográfica del capitán Kirk, el señor Spock, el doctor McCoy y el resto de la troupe no es gratuita. En efecto, allí los autores se toman ciertas licencias para alterar la línea de tiempo y contar una historia que se asemeja poco a la que sabíamos. No en vano el director y productor es el mismo que el de la otra epopeya galáctica: la de los primos de Star Wars, donde también se revisitan ciertos preceptos canónicos que es probable que hagan las delicias de entusiastas y nuevos fans y que, a los carcamanes de la vieja escuela, nos hacen levantar la ceja como el señor Spock. Pero la vocación de revisitar It o Blade Runner como Star Trek o Star Wars parte de la misma lógica: hay toda una legión de gente que no ha visto los originales. Y allá vamos con nuestra versión actual recargados de tecnologías pero, no pocas veces, faltos de un argumento sólido…
Así las cosas, llegamos al último juguetito de la franquicia Star Trek: la serie Discovery, nombre de la nave que va a surcar la galaxia en busca de nuevos mundos y nuevas civilizaciones, como atajo para contar procesos vitales en clave de ciencia ficción. La ventana temporal elegida es más o menos una década antes de la serie original.
En estas pampas australes se pueden ver por Netflix. Los capítulos iniciales nos muestran que va a ser una serie con una fuerte presencia femenina en los roles protagónicos, siendo el personaje principal la comandante Michael Burnham (corporizada por la actriz que conocemos como la Shasha de The Walking Dead), medio hermana del señor Spock pero con prevalencia del costado humano por sobre el vulcano.
El conflicto aquí se da contra los Klingons. Quizás aquí sea donde más se note el afán revisionista. Es cierto que. desde la serie original hasta nuestros días, el aspecto de esta raza de guerreros formidables fue mutando merced a mejores técnicas de maquillaje. Pero ahora, en lugar de la característica cresta ósea en la frente, los klingons parecen unos reptilianos con preferencia por brillos y abalorios. Y la cultura por el honor y la guerra mutó a una vocación conspirativa bordeando la cobardía. Lo mismo puede predicarse de la nave de combate, las temibles Bird of Prey: poco queda de aquel portento aerodinámico.
Es probable que, para ojos nuevos, esta serie sea ciertamente novedosa y halle el favor del público. Tiene los condimentos actorales, técnicos y argumentales para que así sea.
Toda continuación de una saga debe como mínimo respetar el espíritu y los principales temas de sus orígenes. Viaje a las Estrellas fue pionera no sólo en tecnologías que hoy forman parte de nuestro universo cotidiano, sino que fue la primera serie en proponer una humanidad sin fronteras de ninguna clase. En palabras del actor Jonathan Frakes (el comandante Riker de La Nueva Generación): “Viaje a las estrellas representa la realización más grande de la Humanidad en el marco de una historia épica del futuro”. Esperemos que los próximos capítulos de Discovery estén a la altura de su herencia.