Antonio Dal Masetto (1938 Intra, Italia / 2015 Buenos Aires) es uno de esos escritores que se aprende a quererlo porque su literatura tiene el mensaje de lo cotidiano, las historias de hombres y mujeres sencillos, llanos, sin dobleces. Dal Masetto fue un melancólico desgarrado y silencioso: “Daría la impresión de que caminás hacia una tierra perdida. Ser extranjero en todas partes, imposible aferrarse -dice Guillermo Saccomanno-, y agrega, “Ni amores ni lugares, uno se debate en la nada y entonces deviene esa conciencia del tránsito”.
Precisamente Saccomanno es quien vestido de albacea literario se encarga de entregar su obra póstuma La última pelea, que es en rigor la pelea por su propia vida, por ese final que lo desmorona a los setenta y siete años, después de varios meses de delicado penar.
Dal Masetto se definía como un escritor espía: «Yo espero en esas mesas, como un cazador con la escopeta amartillada, que caiga la historia. Si uno está alerta siempre aparece. El escritor es un espía que anda por el mundo tratando de robar cosas en un lado y en otro para alimentarse”, algo que lo mostraba como un observador de todo aquello que parecía escondido en el interior del ser humano.
Su línea argumental literaria lo acerca a la voz social de otros autores como Bernardo Kordon, Miguel Briante, Humberto Costantini, Enrique Wernicke, entre otros.
Afincado en Salto con su familia, estaba decidido a ser artista plástico, pero su visita a la biblioteca popular del pueblo hizo que se inclinara por la literatura. “El Tano Dal Masetto” como le llamaban todos, remarcaba: “Utilizo mi propia existencia para hacer ficción”, así quedó demostrado en La última pelea(2015), un cuento largo o novela corta que el autor escribe en plena enfermedad. Dice el protagonista “el agotamiento era una forma de aplacarme” y la confesión tiene sentido porque al niño de 11 años se le muere su padre, un albañil rudo al que admira y sobrevaloraba. A partir de ese quiebre, la pelea en un pueblo donde aparecen todas las miserias propias de un lugar pequeño, las vanas costumbres, el grupo de poder formado por el Clan de Los Príncipes -los ricos del pueblo-, su primer trabajo en una verdulería, la escuela, su amigo Hugo, una madre que limpiaba casas de familia por hora, quien solo deseaba verlo feliz. En ese entorno crece y se topa con Ramírez, un representante de boxeadores que lo invita al club El Pampero. Allí lo va a esperar Mauro, un mulato ex-boxeador desequilibrado por los golpes. No le gusta la idea pero “El gimnasio era una isla en un pueblo que odiaba”. Así nace su carrera de boxeador y su puño derecho infalible. Solo piensa que todo esto es para darle un mejor bienestar a su madre. Tras una pelea arreglada decide terminar con su carrera poco antes que su madre muera. Desolado vende todo y marcha a Buenos Aires, donde consigue trabajo como peón, luego como operario de una fábrica de galletitas y finalmente en un frigorífico. La ciudad lo entristece y por un contacto con un viejo que trabajó en un circo y vive el la pensión donde se hospeda, termina realizando un número de boxeo como atracción principal. Viaja por pueblos y el destino quiere que llegue al suyo, donde cruzará puños con uno del Clan de los Príncipes. Lo derrota en un final traumático: deja a su rival en muerte cerebral. El incidente pide venganza y en medio de la huída decide quedarse. “No voy a escapar otra vez”. “Me parecía saber por primera vez en mi vida lo que tenía que hacer”.
Una novela llena de matices donde Dal Masetto nos regala una historia de vida para guardar en el corazón.
Título: La última pelea
Autor: Antonio Dal Masetto
Editorial: Sudamericana
144 páginas.