-¡Si no dormís la siesta te va a llevar el hombre de la bolsa! -me decía mi abuela- sin especificar quién era ese inquietante sujeto… Desde esos inquietantes escenarios cotidianos hasta geografías desconocidas supieron transportarme desde siempre los monstruos y las criaturas mitológicas.

Uno de los pasatiempos favoritos que tenía de chico era recorrer las páginas de revistas infantiles como la HUMI, a la búsqueda de las leyendas nacionales y extranjeras: La luz mala y el pombero se mezclaban con Banshees, baba yaga y demás goblins del ingenio popular. Me subyugaban de la misma manera que los dragones europeos o los titanes de Ray Harryhausen.

En algún momento llegó a mis manos el primer Bestiario, algo sobre criaturas fantásticas españolas, y ya nunca pude escapar del encantamiento de esos volúmenes. Los bestiarios tuvieron siempre la capacidad de capturar mi imaginación y dispararla a mundos imposibles.

Con los años bestiarios medievales, pictóricos, geográficos fueron sumándose y suplantando a los de dragones, de Tolkien, de Lovecraft, etc.

Cruzarme con el trabajo de Norma Muñoz Ledo y los dibujos de Israel Barrón fue reencontrarme con ese gozo lúdico de la infancia. Con la posibilidad irreverente de inventar nuevas historias horribles y piadosas utilizando el folklore de regiones que nunca visité.

Con Bestiario de seres fantásticos mexicanos Fondo de Cultura acerca la tradición onírica de uno de los países más importantes de la región a chicos y no tan chicos dispuestos a dejarse arrastrar por la fuerza folklorica de nuestras raíces.

 

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