Hace pocos días se cumplieron 105 años del natalicio del William Seward Burroughs, el escritor rebelde que renovó la narrativa norteamericana. Fue parte fundamental de los líderes de la generación beat, un grupo de artistas e intelectuales – Allen Ginsburg, Gregory Corso, Jack Kerouac, Herbert Huncke, Neal Cassady, Lawrence Ferlinghetti, entre otros- que dieron vuelta la cultura de los cincuenta. Sus “valores” fueron el rechazo a los valores dominantes clásicos: el uso de drogas, libertad sexual, y el estudio de la filosofía oriental. Esta impaciencia por el cambio sería el mejor camino para la instalación de la contracultura y posterior llegada del movimiento hippie.
Burroughs creció en el seno de una familia pequeño-burguesa. Su abuelo fue el inventor de la máquina de sumar que daría prestigio a la marca Burroughs. Desde pequeño descubrió sus inclinaciones homosexuales, su pasión por las drogas y su odio por los padres. De sensibilidad autodestructiva, llena de fantasmas, temores y bestias que lo perseguían, su literatura tiene una carga emotiva autobiográfica. Burroughs sostenía que el ser humano está carcomido por el lenguaje, por un virus que habita en la mente y destruye todo. Para el escritor la revolución-evolución no era de índole social sino mental.
Su obra tiene un gran sentido homosexual. Tuvo una primera esposa, Ilse Klapper, una judía que escapaba del régimen nazi con la que se casó para que ésta obtuviera una visa en Estados Unidos. Su segundo matrimonio terminó trágicamente: en un juego mató a su esposa. Se cortó el dedo meñique a propósito para impresionar a sus amigos. Dijo que era un ritual. El término heavy metal se lo debemos a este enloquecido.
Burroughs tuvo un final propio de sus fantasmas. Falleció por un susto. En rigor mientras dormía. Se cree que la falla del corazón sobrevino por los cambios en la presión sanguínea y el exceso de drogas.
El análisis de toda su obra nos llevaría a otra extensa crónica. Nuestro propósito, con este recuerdo, es reseñar la novela gráfica Detrás del ruido: La infancia de William Burroughs de Pedro Mancini, que ilustra un período crucial en la vida del novelista. El libro está dividido en 8 capítulos: 1-Pesadillas. 2-Ugly Spirit. 3-Día de caza. 4-Morfina. 5-Amigo. 6- La autobiografía de un lobo. 7- Kid with gum. 8-Picnic y final; todos imbuidos por la patología enferma de un niño aterrado por los fantasmas, las culpas, el desprecio de sus amigos, el racismo tecnológico y potencialmente autoconsciente como un personaje androide.
Pedro Mancini (Ituzaingo, Bs.As. 1983), calibra la historia con buenos intentos para demostrar la angustia de un niño que dispara al retrato de sus padres, se refiere a sí mismo como “Jerry el lobo” y se define como un monstruo.
Dice Bill: “Yo era una especie de animal prehistórico que atacaba a mi madre por la espalda. Ella a su vez tenía un cuello muy largo. Mucho tiempo después comprendería que fui invadido por un ugly spirit”.
“Desde siempre me consideré a mí mismo como un enfermo imaginario crónico. De chico leía mucho, historias de piratas, de terror, de crímenes. Todo eso derivó en la escritura”.
A los ocho años escribió La autobiografía del lobo y Carl Cranburry en Egipto. En esa etapa es donde Pedro Mancini grafica su novela y nos deja la sensación que Bill es nada más que un niño rebelde e incomprendido.
Politoxicómano, homosexual, defensor de las armas y sobretodo transgresor en la vida, Burroughs supo tener adeptos como Frank Zappa, Kurt Cobain, Patty Smith, Lou Reed, Martín Scorsese, Jimmy Page, Tom Waits, entre otros.
Una novela gráfica que bien puede ser guardada en la biblioteca personal.
Detrás del ruido: La infancia de Willian Burroughs
Pedro Mancini
Prólogo Martin Pérez
Hotel de las Ideas
128 páginas.