Santiago Caruso es un ilustrador que ha generado imágenes para diversas disciplinas, tapas de discos, gráficas de cine, revistas y numerosos libros. Es referente de ilustración en Argentina y el mundo. Aquí recorremos algunos aspectos comunes que nos dejan ver por qué es el elegido para ilustrar palabras, sonidos y películas de terror.
Hay elementos en la obra de Santiago Caruso que lo convierten en un refente de la ilustración sinestésica. Algo hace de este joven, oriundo de Quilmes, el elegido para darle una imagen a la sádica condesa sobre la que escribió Pizarnik. Algo lo convierte en el ilustrador apropiado para la tapa de una compilación de historias de vampiros, que incluye a autores célebres como Téophile Gautier. Algo que lo hace a su vez, ser realizador de la portada de El Horror de Dunwich de Lovecraft e incluso el elegido para ilustrar ni más ni menos que a Don Quijote. Es también el elegido de un Dj de dubstep progresivo, entre otras bandas musicales, e ilustrador de la gráfica de la película de terror The Curse of Styria. Formas distintas de arte lo convocan y él, desde su oficio, enaltece con su arte a estas otras disciplinas.
Santiago Caruso, en su obra, habita diversos territorios, en todos la precisión de su técnica y el aporte de su subjetividad le permiten variaciones estéticas y temáticas. Se ha desarrollado principalmente dentro de un estilo propio del simbolismo de fines del siglo XIX. Sus imágenes suelen ser oscuras, habitadas por elementos del misticismo, ocultismo, rituales, liturgia, imaginería, aunque para trabajos periodísticos también supo variar colores y atmósferas. En todas las texturas posibles, Casuro trabaja artesanalmente sus obras, ya sea con esgrafiados, acuarelas o lápiz, construye personajes y compone formas, figuras, ideas que sugieren sinestecia. Aborda y estimula diversos sentidos, da cuenta de ellos desde la imagen. En sus ilustraciones el artista nos deja la sensación de doble percepción o percepción espejada; posiblemente por esto se pueda ubicar su obra como dadora de identidad visual a diversas disciplinas, e incluso ser el más apropiado para ilustrar sensaciones y reflexiones tan específicas, profundas y vastas como las que ha expresado Artaud. ¿Hay regocijo más grande para un lector de Antonin, que poder ver aquello a lo que refiere? Quitarse la piel, ser desde el horror de la peste, despertar del sueño de ver con ojos fijos y concientes. Caruso nos posibilita ver los textos del teatro de la crueldad.
La obra de este joven treintañero reúne en su producción a los referentes que ilustra, escritores, músicos, cineastas. Pero no se queda en la función mimética. En La Condesa Sangrienta, donde Pizarnik narra prácticas vinculadas a la perversión, en el sótano de un sótano medieval; pero no sólo la perversión de torturas y muertes, sino también del universo lésbico que sugiere; Caruso avanza sobre el texto y construye imágenes que desbordan lo escrito. Mantiene lo tenebroso, desarrolla a los personajes, transforma por ejemplo, a la condesa en loba, perra salvaje sin manada, hambrienta y cruel.
Este uso del terror nos invita a pensar en Baudelaire y Las Flores del Mal, que debían llamarse en realidad Los limbos o Las lesbianas, porque la intención era la de escribir un libro sobre los pecados capitales, pero la censura no lo permitió. Incluso algunos textos tuvieron que excluirse en las priemras ediciones. Aún así Baudelaire producía belleza a partir de aquello que se creía obsceno, censurable. En la obra de Pizarnik también la perversión es belleza, el libro está plagado de sentidos que se conjugan entre sí, el dolor, los gemidos y los gritos se hacen oír en tonos jadeantes cuyas tensiónes aparecen en las ilustraciones de Caruso.
Hacer de lo terrible, del horror y el sufriento, algo bello y hasta erótico. En este contexto, que en sí, es tierra fértil para la producción, el ilustrador no se límita a un mero acto de imitación sino que traduce a la escritora, al dj o al director de cine. Se apropia de sus trabajos para dar lugar a un nuevo texto, sonido, sensación, pero esta vez ilustrados. Cuando hace la gráfica de The curse of Styria genera una obra autónoma que a la vez, puesta en contexto, cristaliza el terror que habita la película; casualmente ésta también presenta razgos lésbicos, aunque sean sugeridos. Santiago Caruso no hace incapié en este aspecto, la perversión toma otro camino en su trabajo, desarrolla lo ritual, lo fantástico y lo metafísico.
Como la sinestesia activa un sentido a partir del estímulo de otro, Santiago Caruso ilustra aquello que flota en el aire de cualquier disciplina que lo convoque a ilustrar. Nos hace viajar, más allá del libro, la noticia, la música o la película de la que quiera dar cuenta; abarcándolos, actualizándolos, transladándonos, estimulando nuestros sentidos, desde los ojos.
Podés ver más obra de Santiago caruso en santiagocaruso.com.ar