Levantaste tu copa y mojaste tus labios en el champán. El bigote de espuma desapareció al lamerlo la lengua golosa de tu amante, que luego perforó tus labios buscando la tuya. Al encontrarse, ambas se entrelazaron y danzaron juntas, aderezado el beso por las frescas burbujas.
Apoyadas en el dressoir de la entrada observaban el erótico rito, solitarias y con una mueca de sonrisa triste, vuestras prótesis dentales.
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