Julián González Díaz es el nombre original de Orco Videos, director de Me quedo contigo, su primer largometraje. Película ritual que cuenta con música original de Pablo Lescano y con la participación actoral del trapero barcelonés Kaydy Cain. El film, estrenado el año pasado en el festival de Mar del Plata, llegará a mitad de este año a las salas porteñas.
Orco, nació y creció en Mar del Plata, donde empezó a filmar skate con una cámara prestada. Años después, ya en Buenos Aires, y con sus videos en mano, trabajó en una productora, donde uno de sus primeros trabajos fue un documental de Virus para MTV, hasta que comenzó a filmar videoclips para bandas y solistas.
¿Cómo nace Orco Videos y cómo nace Julián en el universo audiovisual?
Después de estar un año trabajando en una productora, renuncié porque sentía que ya había aprendido todo lo que iba a poder aprender ahí, y porque lo que me pagaban no me alcanzaba ni para pagar el alquiler. Con la ayuda de mi viejo, que me compré una cámara, empecé a hacer mis cosas, videoclips, laburitos, y de eso medio que empecé a vivir. El primer videoclip de música lo hice en el 2012. Fue para Alan Garvey, un pibe que vive en la villa Carlos Gardel,en zona oeste; un nene de doce años que ya estaba haciendo música con ayuda de otros amigos.
Así seguí durante un tiempo, haciendo videos de música, skate, grafiti, y cuando me di cuenta que ya estaba haciendo cosas mas grandes y realmente podía llegar a dedicarme a esto decidí ponerle un nombre, y lo mas orgánico fue Orco Videos, Orco porque es como me dicen hace mas de 15 años y Videos porque es lo que hago, ni films ni producciones, videos.
¿Cómo surge la posibilidad de hacer Me quedo contigo?
Desde que empecé a filmar quise hacer una película. Me encanta contar historias, escuchar historias y vivir historias, y siempre fui recolectando. El germen nació hace un montón, con una cosa que pasó en mi barrio y siempre fantaseé con hacer una película, después fue mutando y nació como proyecto más fuerte en el verano del 2016, cuando me separé de una relación muy larga, me deprimí y decidí hacer una película para dejar de estar deprimido. Conseguí algo de plata de una marca de bebidas con la que trabajaba y ese fue el ultimo empujón como para que el proyecto se ponga mas serio. Ahí empecé a armar el equipo, definir los actores y un par de meses después filmamos, así como veníamos, con un guión más o menos y un plan de rodaje escrito en una servilleta. La película se fue para donde quiso, los actores no eran actores, yo no soy director, nadie de todo el equipo había trabajado antes en en cine. Esta forma de trabajar me dio muchas libertades pero también me la cobró caro a la hora del montaje. El primer armado no se entendía nada, estaba más cerca del videoarte que de un largo de ficción. Me frustré, la abandoné, pensé para qué metí en esto… Había pasado un año exacto desde que decidí hacer la película para salir de mi depresión y ahora estaba mucho peor: sin novia, sin película, sin plata y con la presión de la expectativa de la gente. Me sumergí en las drogas y el alcohol, nah mentira; decidí juntarme con un guionista que me ayudó a darle forma, hice lo que se hace con una película antes de empezar a escribir el guión, pero con la película ya casi terminada, y vi un montón de cosas que yo ya sabía que existían pero no quería saberlas antes de hacer la película, porque quería confiar en mi forma narrativa y en mi instinto; además, si las hubiera visto ante de hacer la película, no la hubiera hecho porque me hubiera enroscado en tratar de resolver esos problemas narrativos. Pero me ayudó reestructurarla, a partir de ahí salí a grabar otras cosas muy puntuales que hacían que la historia avanzara.
Se la pasé a un montajista (Nelo Bramuglia) que la montó de cero y vi que estructuralmente funcionaba, ahí la agarré yo y empecé a meterme en los cortes finos: el ritmo, la música y todas cosas más estilísticas y estéticas: después de eso la posproducción de sonido y de color, donde todo toma mucho más cuerpo y pumba, de repente ya estábamos sentados en una sala de cine, felices como perros con dos colas.
Me gustaría saber un poco sobre ese perro que aparece en la peli
Inicialmente, en la primera película que armé en mi mente, en el germen, ese perro fue mi perro, el Negro. Era mezcla con siberiano, se crió como un perro doméstico y cuando me mudé, empezó a venir a buscarme. Yo salía de noche, le chiflaba, a lo lejos veía que venía, me subía a la bicicleta y paseábamos juntos a la noche. Empezó a venir cada vez más, hasta que un día no volvió más a su casa y se quedó viviendo en la puerta de la mía; nunca entró a mi casa, porque pasó a ser un perro salvaje completamente. Conocía todos mis recorridos, las casas de mis amigos; corría siempre adelante mío, nunca lo pude alcanzar hasta que se hizo viejo y realmente tenía una conexión muy fuerte. Una de las últimas que hizo fue en una reunión de amigos de skate de más de diez años, en una casa donde nos juntábamos cuando éramos chicos y donde el Negro iba siempre. A las dos de la mañana, (el Negro ya no corría, caminaba despacito, era viejo) apareció de la nada, en un casa a la que no iba desde hacía diez años. Fue de mis vínculos más fuertes con un ser vivo. Entonces, Arturo, que es el perro de la peli, tiene un poco la semilla o traducción de eso que se transformó en otra cosa. El Negro igual aparece en un plano de la película.
¿Cómo funciona tu aparición en la película?
Por un lado puede ser egocentrismo, por otro lado practicidad, porque cuando necesito un extra yo estoy, cuando necesito un personaje yo estoy y pertenezco al mundo que estoy retratando, entonces soy un personaje de ese mundo y soy muy amigo de los actores. Me meto diciéndole al personaje que vaya a ver al Gauchito Gil, es mi deber como devoto del Gauchito. Creo mucho en eso, creo que tiene que ver con la alquimia, que estén todos los condimentos que realmente deben ir.
¿Cómo llega a participar Kaydy Cain?
El personaje que interpreta Kaydy Cain era de las cosas más flojas que había, no se entendía. Lo interpretaba otro amigo que lo había hecho bien pero al momento de refilmar apareció Kaydy Cain, con quien ya habíamos hecho una amistad, y él con su actitud, su cara me servía y su personaje, lo que él representa, venía como anillo al dedo, seguir con el mundo gitano, si bien él no es gitano, es gitano, como todo en la película. Sabía que le iba a salir y grabamos todo en un día.
Quisiera saber sobre la música de Me quedo contigo, que estuvo a cargo de Pablo Lescano.
Yo empecé a rodar un año antes de conocer a Pablo, él ya entró con la peli casi terminada, empezada, a mitad del proceso de montaje. Siempre fantaseé con que lo hiciera pero nunca se lo pedí, hasta que un día le mostré el trailer que ya tenía y me preguntó: ¿por qué no tiene cumbia?, le dije: no sé, ¿por qué no tiene?; y me dijo vamos a hacerlo. Un tiempo después, con la peli más armada le escribí y nos juntamos. Fue un poco difícil el proceso porque yo no sé nada de música, no sé hablar de música; y él no había hecho nunca música para películas, había entregado cosas que ya tenía hechas para otras películas, pero nunca así, música ambiental. Él se sentaba y hacía un hit. Y yo no sabía ir llevándolo para otro lado, sé que fluye en el teclado como nadie, quería de esa magia, pero no lo conseguía. Trabajé en las canciones que él me dió y él también siguió trabajando hasta que las pulió como a él le gustaban y el último día, cuatro de la mañana tomando café, cuando ya habíamos terminado todo, le dije: bueno, ahora necesito que hagas algo distinto, algo freestyle, sin forma. Y ahí empezó a tocar todas las cositas que yo más necesitaba.
Él no vió la película todavía, yo quiero que la vea en el cine, vió partes, las que yo necesitaba musicalizar, pero no entera.
¿Cómo surge la narrativa de Me quedo contigo?
Yo narro con lo que se voy a poder tener, tanto en locaciones, como con los actores, qué me van a poder dar, qué cosas tengo para narrar, trato de obviar las cosas que sé que no voy a tener y trato de visualizar cuáles son las que sí, nace un poco de eso toda mi narrativa. Por otro lado, trato de evitar el artificio, de ser natural a la hora de reflejar la realidad.
Desde la fotografía hay algunas cosas que sí tienen que ver con el artificio…
Sí, por momentos se rompe el realismo con algunos toques más mágicos u oníricos.
¿Cómo llega Me quedo contigo al Festival de Mar del Plata 2018?
Como se hace con las películas, inscribiéndola en la página. Lo hice solo, como un ritual: el día que terminé la película, estaba viviendo una vida más gitana que nunca, fui a la casa de mi amigo que mejor internet tenía e hice sólo algo que me cuesta mucho, porque soy malo para los trámites; hice toda esa burocracia, inscribí la película, que fue lo que dije que iba a hacer más de dos años atrás y fue como cerrar un ciclo, una etapa; el proyecto más grande en mi vida hasta ahora, fue como un acto psicomágico. Después de eso aproveché y me di un baño.
En ese momento no sabía si la película estaba buena o si a la gente le iba a gustar. Hoy sé que la peli esta buena, es sincera, auténtica, es lo que me salió de adentro con un montón de gente que me ayudó. Y un día, abrí el correo y había un mail del festival diciendo si quería participar de la sección Panorama Argentino que es donde finalmene quedó.
¿Cómo fue la experiencia en el Festival?
Las dos funciones que nos dieron se llenaron, a la gente le gustó realmente. Muchas veces fantaseé con salir de la sala y chocarme con el público. Es un feedback muy automático, termina la película que estuvieron un hora y media viendo, y uno aparece; es una reacción que no se puede caretear. Cuando salí de la sala vi lo que había pasado: mucha gente emocionada, había gustado o no, pero había movido fibras sentimentales de un montón de gente. Algunos llorando, abrazándose entre ellos, abrazando a los actores que estaban ahí, algo había pasado.
¿Cómo es que se encuentra Orco haciendo videoclips y Orco haciendo cine en la película?
Conviven estas dos líneas por las que transcurren las escenas. Una, a mi modo de ver, es más documental: desde la puesta de cámara, en los actores; medio que los engaño, yo no escribí ninguna palabra de las que dicen, les digo lo que pasa en la escena y ellos la interpretan con sus palabras. Muchas veces alguno sabe algo que el otro no, entonces el otro se termina sorprendiendo realmente en la escena. Yo trato de intervenir lo menos posible, de poner una cámara que no sea muy invasiva. Por otro lado hago cosas como el intertexto con La Piedad, videoclips, donde está más marcada la mano del director, algo más conceptual, algo que sí diseñé.
¿Se va a poder ver la película en salas?
Sí, la vamos a estrenar en los cines, como se estrenan las películas dentro de cuatro, cinco meses.
¿Qué imágenes y universos te inspiran a la hora de trabajar?
Me inspiro mucho en mis amigos, en lo que vivo y en lo que escucho. De la peli no inventé nada, todo lo saqué de algún lado. Todas las historias que pasan las fui recolectando a lo largo de un montón de tiempo, las fui combinando y las metí. Estoy todo el tiempo mirando y todo el tiempo recordando y contando historias. Siempre tengo una historia para contar, no sé si es que las voy atrayendo o que las termino reinventando yo, viviendo algo que no es tanto una historia pero con mi mente y mi ojo la termino de convertir en una historia.
En los registros que se pueden ver en instagram (@orcovideos) hay una suerte de mirada espía, un ojo inadvertido por el sujeto al que vemos, ¿donde se origina este interés y de qué se trata para vos?
Tiene que ver con la frescura y con tratar de evitar el artificio. La realidad bien filmada es atrayente siempre, yo trato de lograr eso: que no se rompa esa magia. Lo que muchas veces hago es primero filmar, si ya lo tengo listo y veo que la gente se dio cuenta, voy, hablo, muestro, pido permiso y vuelvo a filmar, pero ya en esa vuelta a filmar hay algo, en el gesto de la gente, que suele no estar más.
Incluso en los registros que hacés de giras, para bandas de música, siempre hay un momento donde mirás íntimamente al público.
Si, en los shows de música suele pasar algo que es que la gente está eufórica, emocionada, apasionada, entonces es ideal grabarla con esos gestos a flor de piel. Me paro ahí con un lente largo que me permite ver de cerquita lo que está lejos y capturo a una persona entre la masa.
Siempre me gusta estar ahí. Con mis amigos, antes de filmar esta peli, hice otras cosas y lo que hago es, ya no filmarlos sin que se den cuenta porque ya saben, sino sobre filmarlos hasta que se olviden, yo estoy con la cámara ahí. Porque la cámara hace algo que transforma a la gente, a veces bien y casi siempre mal, hace que la gente se ponga en un personaje.
¿Tenés pensada una próxima película?
Sí, por ahora se llama Hechizo de amor, es sobre una banda de cumbia en zona norte: Tigre, Pacheco, San Fernando, que es donde está el núcleo de cumbia más duro del Gran Buenos Aires y quizás también de la Argentina. De ahí salieron un montón de bandas de la camada de Damas Gratis y es donde está el Tropitango, un boliche de cumbia que tiene ya casi cuarenta años… Es un poco contar ese mundo bien desde adentro, tengo muchos amigos que están ahí metidos y laburo en ese ámbito. Espero poder filmarla este año.
¿Vas a volver a trabajar con los mismos actores?
No creo, quizás alguno, pero esta es un peli de otro ambiente, sería un poco falsearlo. Me quedo contigo es un peli de un mundo que atraviesa un montón de otros mundos, son pibes que pueden ser del conurbano, que a través del grafitti, que es algo re barrial, pero que justo en estos años, en esta generación se hizo algo más mainstream y junto con el street art hizo que deje de ser algo tan barrial y llegue a ser algo de galerías, entonces los pibes que antes estaban nada más en el barrio pintando pudieron acceder a otros mundos y estar en una galería de arte, venir a capital y conocer otros ambientes. Los pibes de Me quedo contigo son pibes que atraviesan desde la cumbia, el trap, el flamenco, el grafiti, ell arte, el techno, las fiestas electrónicas.
Este otro mundo es mucho más cerrado: el mundo de la cumbia, bien barrial, donde los pibes escuchan cumbia, no reggaeton, ni trap; son pibes cumbieros de pura cepa. Lo voy a hacer con pibes de allá, estoy buscando, es difícil, tienen que ser pibes barriales de verdad, que a su vez tengan la picardía para que puedan estar delante de una cámara sin que les tiemble, la sensibilidad de poder transmitir y las ganas de embarcarse en un proyecto así.
¿Cómo llegaste a trabajar en el ámbito de la cumbia?
Llegué a trabajar en ese ámbito un poco por suerte y otro poco porque lo busqué, siempre me interesó. Escucho cumbia desde chico y cuando arrancó la cumbia villera, realmente la enganché justo y me encantó, me flasheó y me junté con un montón de gente que escuchaba cumbia y viví el 2001 con esa banda sonora, en Mar del Plata y ahora, hace dos años, Mariano Del Aguila me invitó a ver una entrevista a Pablo Lescano. Fuimos, pegué buena onda con Pablo al toque y en un momento le dije que yo hacía videoclips y que acababa de estrenar uno y se lo mostré. Era de My Name Is George, un amigo que hace cumbia. Él es del barrio 8 de octubre y en ese momento no tenía ni compu, hacía su música en el cyber, se bajó el fruity loops, lo aprendió a usar con tutoriales, grabó su tema con el microfonito, lo subió a internet, le fue re bien al tema y ahí lo conocí yo. Cuando le muestro a Pablo el video, de las mil personas que lo habían visto, una había sido él. Me dijo “este video ya lo vi, sos bueno guacho eeh, cuando vamos a hacer un video?; ahí quedamos de hacer alguna vez un video. El tiempo pasó, me olvidé hasta que un día me llamó e hicimos el video. Fue medio confusa la forma de trabajar, pero pegamos buena onda con Pablo y al toque me llevó a México. Después empecé a laburar con él de a poco, hasta ahora que estoy laburando mucho con él, a raíz de eso fueron saliendo videos con otras bandas de cumbia y estoy muy metido en el entorno. Me hice muchos amigos, me metí más allá del laburo, de lleno en el mundo de la cumbia en zona norte y alrededores.
Me gustaría que me cuentes sobre tu relación con el Gauchito Gil
Siempre me interesó, me llamó la atención; siempre lo vi en la ruta, siempre me interesó lo esotérico, lo espiritual, lo mágico.
El Gauchito me llegó en un cumpleaños mío del 2011/2012 que pasé en la Carlos Gardel con Alan Garvey, con quien hice este primer videoclip, con César González que es un poeta, escritor y director de cine que salió de la villa y estuvo preso un par de años, un pibe chorro al que le llegó Operación Masacre y le cambió su realidad y su cabeza, y en este contexto me regalaron al Gauchito para mi cumpleaños, una estatuilla. Le armé un santuarito en mi casa muy ecléctico y de a poco fui empezando a profundizar y a pedirle, y cosas se iban cumpliendo y me fui metiendo. Hago mi propia religión y mi propia interpretación, fui a verlo al santuario original en Mercedes, en Corrientes, el 8 de enero, filmé… tengo una relación profunda; está muy relacionado con la delincuencia, se dice que él era un gaucho que no quiso ir a pelear en la guerra contra el Paraguay y pasó a ser un gaucho desertor y a hacer vida bandida: robaba, escabiaba, tenía vicios; era un hombre, es un gaucho pecador, un santo pecador y se lo asocia a que no te va a juzgar por tus pecados. Está muy atravesado por la cultura guaraní, tiene cosas de las religiones negras, se dice que él era devoto de San La Muerte, que ya tenía una magia antes de morir, un payé y que por eso no lo podían atrapar y nadie le podía ganar, no utilizó su payé cuando lo fueron a buscar y se dejó apresar ese 8 de enero; para dar su sangre en sacrificio, también tiene elementos de la religión católica, lo tomó la iglesia, pero tiene muchas más cosas de las culturas africanas y guaraníes que convivían en esa zona en esa época. Eso es lo que más me interesa, yo tengo sangre mitad española y mitad indígena, mis abuelos son de Catamarca, indios Quilmes, yo viví en Catamarca un tiempo y siempre lo tuve metido.
¿Directores de cine que te gusten?
César González, que estrenó su quinta película, Atenas; Gus Van Sant, Larry Clark, Paolo Sorrentino… No soy muy cinéfilo, no vi muchas películas, pero me gustan los directores que retratan la calle y la vida más baja. Siempre me pasó lo mismo, me aburrían las películas que retratan a ricos, gente con una vida que no me interesaba, me parecía que la verdad estaba más abajo.
Te gusta leer
Tengo pendiente para leer Los Guachos, de Roberto Torres. Es sobre espiritualidad, de algún modo el título está vinculo a los que están guachos en este sistema, guachos de creencias. Es auto referencial y de algún modo también está relacionado con la dominación sobre los Quilmes y el traslado hacia lo que hoy es Quilmes, en Buenos Aires. Un niño que logra escapar de la peregrinación y volver al monte, donde se encuentra en ese entorno; pero no lo terminé de leer.
Y en relación a mi perro el Negro, leí de Jack London, El llamado de lo salvaje.