El último fin de semana, el domingo 17 de marzo, moría Uchida Yuya, cantante, productor y actor japonés. Reproducimos en su memoria este texto, publicado originalmente en nuestro portal el 5 de mayo de 2016.
¡Qué suerte correría aquel de entre nosotros que osara rivalizar
con quien puede pintar con brillo de sol y vivificar el muerto barro con el hálito de la vida!
En Nazaret
Almorzando en el Genchan de Shinjuku con mi amigo norcoreano Chin, advertí una cierta admiración de su parte por Uchida Yuya[i]. Contaba que, nacido el 17 de Noviembre de 1939, en Nishinomiya, Japón, Uchida comenzó su carrera como personalidad emergente del género rock popular, ese que sonaba con retazos de algodoneros morenos. Rasgantes de algún traje de novia (o nuevo, flamante encordado). Me dijo Chin, que Uchida fue amigo de un tal Lennon (su grupo abrió para The Beatles en el tour de 1966, un grupito de peinados graciosos). Fundador de la mítica banda Flower Travellin Band, leyenda mítica del under japonés. A priori reconocido como ese que cantaba “Yo no necesito un comic, alrededor mío solo hay manga?!” hit que aporto para el impresionante film: No More Comics.
Chin pasó a contarme el motivo del almuerzo: se despedía de la posición que nos unificaba laboralmente. Absorto, congeniaba las ideas que me alejaban de semejante ser apóstol sinocéntrico, de ese que me hablaba de los soldaditos norcoreanos parados ahí, en la frontera, esos que él vio tan de cerca. Marines de los mandarines.
Y el gas coreano, de pronto arribo. Me contó que Uchida trajo a Frank Zappa al Japón, a ese dios ambulante; que él había estado ahí agitando, que había sido como ver al Polaco Goyeneche en prima fila. Me conto que Uchida Yuya presento a Yoko Ono y Lennon, y que se arrepintió por debajo de la mesa. Me dijo que Flower Travellin Band había sido el acto de culto de Uchida, grababan discos de corrido en solo dos días y se drogaban a toda popa: se inyectaban agua sucia. Luego ya maduro, grabó con Zappa y fue quien trajo al enano que metieron adentro de un piano. Zappa prendió la grabación y la dejo así. En el 91 ya había bailado con Michael Douglas, ya le había sacado media sonrisa a David Bowie (se coló con Takeshi Kitano, al film donde Ryuichi Sakamoto y el rubio homenajeaban a Mishima, en una versión japonesa de aquel tango “Chiquilín de Bachin”). Uchida gano en 1991 una elección política y se le adjudicaron algunas maldiciones, algunas retratadas por Miike, gran director que lo traspapeló bajo la máxima: El cuerpo es el fantasma del espíritu. Algunas veces lo llevaron preso, andaba de fierro y con algunas plantas, una, había sido regalo de Lennon.
Terminada la comida, mi amigo norcoreano Chin ya en la cuarta década, llevo un palillo a su boca (los que había utilizado para comer, esa última cena conmigo, en un rincón del Genchan de Shinjuku) arrancó una astilla fina de la parte más gorda del palillo y rápidamente la utilizo como mondadientes. Llenaba el espacio la infinidad de los átomos y yo lo miraba con cierto grado de absorción. Seguro alguien así, contempló a Musashi con sólo dos palillos, y en un golpe de claridad, atrapando una mosca, acariciando lo áspero.
A fines de 2014, tuve oportunidad de formularle unas pregunas a Uchida Yuya al cruzarlo en el Hotel Imperial de Tokio…
A menudo vemos en filmes de Wakamatsu (Koji) un sinfín de violaciones, claramente las violaciones en su retina no representan a la violación en sí, empero figuran un ecosistema de caos transfigurándose. O un algo de traducción impía o incompleta, en pos de la pureza. De violaciones que cuentan como un acto sobre un acto; uno como «la erección en el fondo de la cueva de Lascaux», esa obra que tanto perturbo a Bataille. ¿Halla usted en el catastro sensorial de quién lo ha dirigido alguna imagen esclarecedora como tal?
En el año 1982 fui dirigido por Wakamatsu en un film titulado Una piscina sin agua (Mizu no nai pool). Considero que ese film esclarece algo de forma ambigua, una pista superior al respecto. El hombre que interpreté, un policía honesto con familia, dedica su tiempo libre a drogar con cloroformo a diversas mujeres mientras duermen y poco a poco decora sus violaciones con una puesta en escena teatral, que incluye de forma titeretesca o lúdica, algo indescifrable, algo como un esplendor; como el coup d’état de Mishima, (un) horizonte donde la línea que divide la ficción de la realidad se torna indescifrable.
Actualmente estudio la experiencia samadhi de Nube Vacia. Sobre lo terrestre separado de limites o aristas cósmicas… de acuerdo a Kubrick, lo más terrorífico acerca del universo no es lo hostil, más bien lo indiferente…
Las películas de ciencia ficción nos han hecho creer que si un astronauta se quita el casco en el espacio, su cráneo explotaría o se congelaría al instante… sin embargo, no es así. El espacio es gélido, pero uno no puede perder calor tan rápido. En realidad, lo que mataría sería la falta de aire, por lo que una persona podría sobrevivir uno o dos minutos, sin embargo los átomos en nuestro cuerpo, los átomos están llenos de espacio vacío. Noble silencio. Las voces, por decirlo de alguna forma, no se enfrentan a lo escuchado. La materia total en cada átomo es comparable a la de una mosca dentro de una catedral. Así que, si todo ese espacio vacío se comprimiera, mediríamos 1/500 parte de un centímetro.
Usted trajo a Frank Zappa a Japón y trabó amistad con John Lennon, en 1986 protagonizó otro film destacable, No more comics. La historia de un periodista sin límites que retrata oscuras tendencias azotando a un Japón que salía, quizá, de una era más naive.
No creo que fuera una era naive… Miike también es un gran director.
Muchas gracias por la entrevista, gustaría decir algo mas?
¡Rock and roll!
(en este momento, una actriz del grupo teatral Takarazuka, en el cual realizan mujeres los papeles masculinos, recibe disculpas de Uchida por estar ambos, un tanto cerca, dentro del exclusivo salón del Hotel con vistas al Palacio Imperial. La actriz responde, reconociendo a Uchida, que no hay nada de que disculparse, se nota en sus ojos, advirtió su presencia).
Esta fue una entrevista un tanto extraña y corta, deseo con modestia, plantearla como el yang de otra, realizada por Damián Blas Vives, al director Wakamatsu. Considero que ambos formaron un ying-yang, «director-actor»; un tao que no fue el eterno, pero dejó una gran joya, un film que a ambos retrató, Endless Waltz (1995): http://evaristocultural.com.ar/2015/05/11/eleterno-inconformista-entrevista-a-koji-wakamatsu/
[i] Uchida era amigo de Yoko Onno a priori y participo en films como Black Rain con Michael Douglas o Merry Christmas Mr.Lawrence con David Bowie. Uchida es venerado como un fundador del rock japonés.