LAS FORMAS DE LA PESADILLA
La presente reedición acerca al lector una novela de Javier Cercas publicada originalmente en 1989 y que resultaba prolijamente inhallable. Echando una mirada retrospectiva a la obra del autor, se deja ver un singular cambio de rumbo en su producción: dos de sus obras mayores (Soldados de Salamina y Anatomía de un instante) se sustentaban en una ejemplar confluencia entre la constatación de un suceso (la Historia pura y dura, la que alimenta la boca de los noticieros y los archivos periodísticos) y el ancho margen que ofrecía el tal suceso para la paráfrasis ficcional; en ello, Cercas se reveló como un consumado maestro.
En El inquilino, en cambio, como el propio autor lo admite en el “Prólogo”, se deja ver la mano de Kafka, bajo cuyo aliento Cercas delinea las formas de una pesadilla a lo largo de ese género de relojería que se conoce como nouvelle, cuento largo o novela corta. Aquello que vive el profesor Mario Rota, el protagonista de El inquilino, es, en efecto, una pesadilla: esa avalancha de desasosiego cuya estructura es circular y reiterada; no en vano, Rota musita periódicamente para sí: “Todo se repite”, y la repetición no suele desembocar en el sueño desapacible, sino en la ominosa pesadilla. Y la pesadilla del profesor no es de las menores, sino de las más acuciantes: aquéllas en las que se pone en cuestión todo cuanto de más cierto sostiene al sujeto: el yo, su imagen en el espejo, la intransferible identidad. Hasta en los oídos del cinéfilo más distraído pueden resonar los ecos de la película dirigida y protagonizada por Roman Polanski, estrenada en el año 1976 y que lleva el mismo título que la novela: El inquilino, basada en la novela El quimérico inquilino, de Roland Topor. A su vez, Laura y Julio, una de las mejores y más inquietantes novelas del valenciano Juan José Millás, desarrolla con mano maestra una trama que parece tener más de un vaso comunicante con El inquilino, de Cercas. Ni influencias, ni plagios solapados, ni groseros remedos; como señaló de una vez y para siempre el maestro José Lezama Lima: “Las influencias no son de causas que engendran efectos, sino de efectos que iluminan causas.” Al fin y al cabo, eso que se llama “cultura” se consolida a base de fulgurantes continuidades más que de serviles seguimientos.
El inquilino es una ponderable novela de Cercas que no prefigura su producción posterior, pero que sin duda ya prenunciaba a un narrador de pulso firme, capaz de forjar una estructura cerrada, autosuficiente y dotada de una plausible tensión narrativa. En la contratapa de esta reedición, Bolaño la califica de “novela fabulosa”; es posible sospechar que Bolaño se abocaba a la sobrevaloración en la misma medida en la su obra ha sido sobrevalorada.
Título: EL INQUILINO
Autor: Javier Cercas
Editorial: Random House
123 páginas