ESO QUE LLAMAN ESTILO
Hace algunos años, el editor de un suplemento cultural cuyo nombre no merece ser aludido publicó un libro (prolijamente descafeinado, entusiastamente innecesario) tras lo cual declaró (a modo de confesión o ascesis) que su generación tenía una deuda con el estilo. Parece un tanto hiperbólico o, al menos, imprudente adosarle a toda una generación una limitación de carácter ostensible y personal. Y, por añadidura, también resulta falso. Este volumen de Zanger, compuesto de cuatro cuentos impecables, es un dechado de estilo.
No obstante, puede uno interrogarse en torno, precisamente, del concepto de estilo, una de las tantas materias de las que harto se habla, mucho se comenta y poco se precisa. En su célebre y escasamente leída Poética, Aristóteles señala que el lenguaje agradable es aquel “que posee ritmo, musicalidad y melodía”. En las notas de trabajo para su inconclusa novela La torre de marfil, Henry James observa que el proceso de escritura consiste en acceder a “intensidades de escorzo alternadas con vivezas de extensión” y añade que el premio del narrador consiste en “el logro de la nitidez unida a la complejidad.” Por último, Walter Pater, en su breve pero monumental ensayo titulado El Renacimiento, define al estilo como “un mismo estado del alma que informa el todo.” Todas estas enunciaciones hallan vivo correlato en la escritura de Zanger, pero, acaso, la que más concierne al autor es la última: un estado del alma que informa el todo; con ese “estado del alma” parece estar escrito Para entender algo del mundo. Para corroborar el aserto, basta transcribir algunas frases de distintos cuentos: “como un león viejo y cansado que comía sobre su plato como si murmurase sobre el cuerpo de su hermano”; “su voz fue una voz sin cuerpo entre las sombras”; “contar la propia biografía es recorrer el camino de un desengaño”; “todo estaba cubierto de un polvo que se puso de pie para recibirlos”. Un “estado del alma” que se hamaca entre la amplitud de la prosa y la música de la poesía para arrojar como resultado la marca de un estilo personal, acabado, irreductible a otros términos que no sean los que él mismo acuña.
Acaso no resulte ocioso agregar que el último cuento del volumen, titulado “Lo que una está dispuesta a amar” logra el prodigio de adentrarse en la sensibilidad de una niña y traducirla en palabras; no es poco, más bien es infrecuente y demasiado.
Título: Para entender algo del mundo
Autor: Marco Zanger
Editorial: Evaristo Editorial
118 páginas