“Uli Oesterle es un genio.
Es fuente de inspiración”
Mike Mignola
No es tarea sencilla crear en poco más de 200 páginas un universo de personajes reconocibles, una mitología personal que llegue a retratar entrañablemente el espacio en el que vivimos. Y acá lo tenemos al alemán Oesterle con el Munich nocturno de Hector Umbra, plagado de espíritus, engendros, fanáticos religiosos y sobre todo amigos. Amigos que se animan a todo para darte una mano y compartir una nueva birra contigo, incluso a volver de la muerte.
Hector Umbra aprendió a apechugarla desde pibe, sus padres hippies y alcohólicos murieron jóvenes (en circunstancias sospechosas), por lo que Hector creció en un hospicio para huérfanitos en el que supo ser abusado hasta que organizó una rebelión. De ahí el valor de la amistad y el pacto de lealtad.
Ya mayor, Hector rinde culto a la noche, la amistad, el sexo y el alcohol. Pero su grupo empieza a menguar con la muerte de Joseph.
Hector se encierra a pintar lo que prontamente descubrirá como profecías y ante la desaparición de Osaka Best, otro gran amigo y el mejor DJ de Munich, desciende al inframundo para sumar datos que le permitan rescatarlo.
Hector comienza a ver también a unas alimañas que podrían ser extraterrestres, pero por el contrario son de cultivo propio de los seres humanos: intracerebrales que, emancipados y vueltos extracerebrales están dispuestos a desatar el apocalipsis para la raza humana, para lo cual Osaka Best será justamente la pieza central, desarrollando un himno absoluto que arrastrará al género humano a la demencia y el abismamiento definitivo.
Humbra cuenta con poco para salvarnos, una resistencia heredada y un par de lúmpenes amigos, noctámbulos y/o muertos y una indigente muy especial.
Título: Hector Umbra
Autor: Uli Oesterle
Traducción: María Dolores Pérez Pablos
Editorial: DibBuks
216 páginas
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