El argumento va más o menos como sigue: después de una batalla con el Anti-Dios (una especie de híbrido de Galactus y el Anti-Monitor), un grupo de superhéroes se encuentra varado en un pueblo rural, del que no pueden escapar. Colgarán las capas y trajes ajustados, haciéndose pasar por una familia y llevando una vida “normal”. Como si el hábito hiciera al monje, 10 años después la dinámica vincular establecida se parece bastante a la de una familia disfuncional. Algunos de ellos, en ese encierro forzado, consiguieron algo parecido a la felicidad; otros, lo viven con desesperación y sucumben a la ideación suicida. La inesperada llegada al pueblo de Lucy Weber, periodista e hija de uno de los héroes exiliados, será el catalizador para que secretos oscuros salgan a la luz. Muchos secretos: el camino de Black Hammer está lejos de ser recto y despejado.
Jeff Lemire es un escritor todo terreno. Se luce en historias intimistas como “Un tipo duro” o “Essex County” y en relatos de ciencia ficción como “Descender”, pero destaca también cuando incursiona en el comic masivo, teniendo en su haber recorridos memorables con personajes como Green Arrow, Wolverine o Moon Knight. En Black Hammer, el prolífico autor canadiense, siguiendo la tradición de series como Astro City y The Authority, nos sorprende con una saga en la que, si bien de género superheroico, logra un tratamiento más propio del comic independiente, que incluye un pausado ritmo narrativo, una planificación esmerada y un desarrollo cuidado y progresivo de los personajes.
La serie puede leerse, por sus referencias constantes, como un recorrido por la historia del comic norteamericano. El de superhéroes, sí, claro: es permanente la aparición de versiones dislocadas de personajes de DC y Marvel, como Golden Gail, una mujer a la que un rayo transforma en una niña superpoderosa cada vez que invoca el nombre del hechicero Zafram, o el Coronel Weird, obvia alusión a Adam Strange. Veremos en sus páginas homenajes a Sandman, Dead Man, los X-men, la Cosa del Pantano y Hellboy, entre muchos otros, y a sagas clásicas como Crisis en Tierras Infinitas o el Cuarto Mundo. Pero va más allá: en las portadas y en ciertos pasajes del relato, identificaremos el estilo, los temas y la atmósfera de las clásicas antologías de terror y ciencia ficción de los 50 y los 60, como House of Mystery, House of Secrets y Strange Adventures.
En el apartado visual, aunque con relevos ocasionales, el titular será Dean Ormston, fogueado en sellos como 2000 AD y Vértigo; su estilo curdo calza perfecto con el tono de la serie (mención especial a la expresividad facial que imprime a los personajes). Lo acompañan muy bien los colores de Dave Steward, recipiente de múltiples Eisners (los Oscars de la historieta).
A propósito de galardones, desde sus comienzos en 2017, la serie fue nominada a 12 Eisners, de los cuales se alzó con tres. Black Hammer es una lectura atrapante, incluso para los amantes del comic independiente y detractores del género superheroico.