Son once cuentos. Uno de ellos está dedicado a nosotros, a nuestro pasado reciente, a nuestra propia oscuridad. Pero todos, en mayor o menor medida, se reconocen a sí mismos en un diálogo entre el pasado y el presente. En esa diacronía que se expresa en determinada sucesión de hechos inscriptos en el transcurso del tiempo que acompaña ciertos fenómenos propios de un pueblo, de una comunidad de pueblos, hace pie cada cuento.

La hebra larga y delgada que cruza transversalmente estos relatos breves, conforma un pensamiento y un sentir acerca del idioma y su relación con un orden formado y, tal vez, deformado en virtud de una combinación de elementos históricos e idiosincrásicos. Estos músculos subyacentes cubren lo inmaterial, las costumbres, las raíces.

Los cuentos, en suma, nos hablan de un aprendizaje que, para bien o para mal, incide en el ser y en la naturaleza propia de una raza, en lo más genuino de su cultura; en lo esencial.

El tema es la pertenencia en la fusión cultural hispanoárabe. La transición y el resultado de la mixtura. Y una crítica social; un planteo sociocultural. El lenguaje y su relación con el poder.

Una suerte de hibridismo cultural que se advierte constituidos por elementos de distinto origen. Entonces, el tema es la identidad generacional y sus derivaciones.

Hay un antes y un después en el curso y discurso sentimental que crece a la par de aquellos niños inmersos en la articulación movible, de pronóstico reservado, acerca de la evolución en lo económico, lo social, lo político, lo demográfico y, obviamente, lo cultural.

Los cuentos El morito de arcilla Y Moras pisoteadas dan cuenta, en voz de sus personajes, del estado de situación de un Marruecos descripto medio siglo después de celebrar su independencia.

El autor nos invita a entrar en una serie de recuerdos de la infancia de entonces. La patria de los años tiernos. Recuerdos de familia; la adolescencia.

La mujer en estas historias, la madre soltera, las moritas y las españolas, las chicas en general; las tías, las criadas.

Y, un marco, el barrio, el Príncipe Alfonso. La plaza principal; la escuela fuera del barrio. El pueblo de los abuelos.

El apuro por crecer entre alegrías y temores. Los sueños y desilusiones.

Las revistas para niños y niñas. Los héroes de las películas: Hércules, Tarzán, el Capitán Trueno… y Hollywood. Goliat en su pedestal Obélix y Astérix.

La fama del cine Cervantes.

Los rumores.

Los hijos de familias musulmanas pobres de Ceuta. La patria chica.

Hijos de campesinos.

“Los miserables “.

Los mandamientos. La tradición del Ramadán, el mes del ayuno; las oraciones. Y los creyentes pecadores.

El mercado de Hadú. Son miradas a lo lejos. Un tiempo, un ayer.

Confluencia y nostalgia. El instituto español de Casablanca.

Los profesores de idiomas; español, árabe … francés.

Los especialistas de la educación. Y el rigor disciplinario.

Los mocosos con los pies colgados en el vacío. Y la escena increíble, la sirenita, una muchacha casi desnuda a la vista de ellos.

La playa de El Tarajal.

La Alcántara.

Ceuta y Tetuán

La ciudad de Chauen.

Ceutíes. Castillejos.

La Meca y La Medina.

El Corán.

La Aduana, la corrupción, la droga. Hachich, los terrones y la hierba de Kif.

Los cafés de musulmanes en Ceuta.

El internado. Los alumnos y el riesgo a ser vigilado.

Recuerdos del bachillerato.

El paso del tiempo.

El Marché Central.

La casa de España.

El mercado de Bab Marrakech.

La redacción, la rotativa. El cierre de la edición, y la salida del periódico.

Los amigos. Besugos, lenguaditos y gambas. Vino tinto, cerveza y agua.

La suerte de la lengua española en el Norte.

La literatura. Libros, poemas.

Borges y Cortázar. Machado y Neruda. Las obras de Alejandro Casona…

El Museo del Prado.

Programas en español de la TV y la radio marroquíes.

La guerra civil española y la posguerra.

Los índices de alfabetización en España, en Portugal y en Marruecos promediando la década del 50.

La industrialización.

Marruecos en época del Protectorado.

El tiempo muerto y su trascendencia en lo cultural. Lo residual.

El progreso, el desarrollo después de las expectativas y el optimismo.

Los jóvenes en el exilio por falta de oportunidades tras el Marruecos prometedor.

Literatura francesa.

Lecturas en árabe clásico y en francés.

La enseñanza primaria. Preguntas y ejercicios.

Una niña presionada por la carga de un examen y las recomendaciones de su padre amoroso.

La sensación del fracaso.

En otro cuento, un amigo argentino que no responde.

“¡fue una explosión silenciosa y espeluznante!”

La necesidad de ser perdonado por culpa de la maldita carta.

Literatura árabe. Un docente jubilado y feliz en su casa junto al mar, aunque se hacía mala sangre por ciertos temas, familiares y políticos.

El sentía una obsesión por el sexo y, una pesadilla “machacada entre los dientes”; la teoría de Freud, la interpretación de los sueños, un rechazo al psicoanálisis y, a otra cosa, mariposa.

 

 

Título: El exámen y otros cuentos ceutíes

Autor: Mohamed Lahchiri

Traducción:

Editorial: Alción

161 páginas

Sobre El Autor

Ex funcionario de carrera en la Biblioteca del Congreso de la Nación. Desempeñó el cargo de Jefe de Difusión entre 1988 y 1995. Se retiró computando veinticinco años de antigüedad, en octubre de 2000, habiendo ejercido desde 1995 la función de Jefe del Departamento de Técnica Legislativa y Jurisprudencia Parlamentaria. Fue delegado de Unión Personal Civil de la Nación (UPCN) - Responsable del Área Profesionales- en el Poder Legislativo Nacional. Abogado egresado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la U.B.A. Asesor de promotores culturales. Ensayista. Expositor en Jornadas y Encuentros de interés cultural. Integró el Programa de Literatura de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. Se desempeña en el Centro de Narrativa Policial H. Bustos Domecq. Es secretario de Redacción de Evaristo Cultural, revista de arte y cultura que cuenta con auspicio institucional de la Biblioteca Nacional (M.M.)

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