Salva el hombre, Señor, en esta hora

horrorosa, de trágico destino;

no sabe a dónde va, de dónde vino

tanto dolor, que en sauce roto llora.

 

Ponlo de pie, Señor, clava tu aurora

en su costado, y sepa que es divino

despojo, polvo errante en el camino;

mas que tu luz lo inmortabiliza y dora.

 

Mira señor, que tanto llanto, arriba,

en pleamar, oleando a la deriva,

amenaza cubrimos con la Nada.

 

¡Ponnos, Señor, encima de la muerte!

¡Agiganta, sostén nuestra mirada

para que aprenda, desde ahora, a verte!

Sobre El Autor

Blas de Otero Muñoz (Bilbao, 15 de marzo de 1916 – Majadahonda, Madrid, 29 de junio de 1979) fue uno de los principales representantes de la poesía social y la poesía intimista de los años cincuenta en España.

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