MIENTRAS SE CONSUME
Acaso haya
en ese cigarrillo que se consume,
tristemente sobre el cenicero,
una metáfora obvia
que es mejor no mencionar.
O quizá no.
Quizá mientras el cigarrillo
va incinerándose
se rebela algo más
que el secreto mudo
de una compañía a la soledad.
Quizá está allí apagándose
para que yo lo mire
y se establezca ahí
una conexión
entre ese objeto
presuntamente inanimado
y yo
presuntamente vivo.
Apenas una luciérnaga,
un fósforo tímidamente encendido,
la llama de un encendedor
con su último aliento de bencina.
Pero qué importa que no encandile,
si ya aprendiste a caminar
por el sendero de las sombras.
CONFIAR EN EL TIEMPO
Habrá que confiar en el tiempo,
dicen todos los oráculos
y las voces de la calle.
Como si se pudiera confiar
en la velocidad de la cucaracha,
el instinto del escorpión
o la astucia del zorro.
Yo no puedo confiar
en quien me lleva de la mano
hacia la muerte.
Yo no tengo,
y en esa carencia,
un sendero infinito,
un laberinto de azares y voluntades,
caricias del viento,
mortajas de amor.
Entonces tengo,
y debo despojarme de todo
para ser yo.
Hacer Comentario