El infierno y el paraíso según Tove Jansson
Ha llegado el invierno. La noche domina la estación en el pueblo y la nieve cubre las veredas, los campos y el puerto. En uno de los muelles trabajan los hermanos Liljeberg, dueños de una casa constructora de embarcaciones. El callado, lento y tímido Mats es el empleado tonto. Katri, en cambio, es prepotente y veloz, rápida con los objetivos que dibuja en su horizonte. La geografía se completa con el almacén en el que compra los alimentos la señora Anna, una escritora y pintora reconocida por sus libros infantiles. Anna vive sola en una casona lujosa.
Tove Jansson rápidamente nos introduce en el centro del libro: ese mundo ligado a las facetas diversas y complejas de los personajes. Nada es claro u oscuro de forma definitiva. Katri es amable con la señora Anna y a la vez la conquista para meterse en su casa (junto con su hermano Mats) con un propósito extraño y avieso. Anna, maravillosa señora con un pasado familiar ejemplar guarda un perfil melancólico, una especie de rechazo a los niños, aquellos supuestos adorados lectores de sus libros. Mats, acaso el más lineal de los personajes, avanza imperturbable en su destino de constructor silencioso de un barco futuro, como si ese fuera el único deseo que lo mueve. Y están los perros que ladran por las noches y, especialmente, el perro sin nombre de Katri. El perro esconde la tensión imposible, una cruda luz amarga que es un símbolo de la oscuridad que baña el pueblo y especialmente las almas de los personajes.
En varios capítulos de la novela se hace referencia a lo salvaje: el bosque, los perros, las conductas humanas. Sospecho que el perro de Katri no tiene nombre como una forma de acentuar lo tremendo, quizás lo siniestro. En consonancia con esto, podríamos pensar que uno de los temas que define a la novela es la relación entre inocencia y desconfianza. Katri y Anna representan dos polos y en el avance de uno sobre el otro se desliza la historia.
En una de las primeras incursiones en la casa, Katri manifiesta su perspectiva: «Todo huele a incertidumbre aquí. Esta casa ha estado en silencio durante mucho tiempo». Pero no todo es ruina en el pueblo de Katri, Mats y Anna. Virginia Woolf propuso la idea del paraíso asociada a la biblioteca. Tove Jansson encuentra, quizás sin proponérselo, una nueva concepción del paraíso. En toda la novela hay alusiones a la bendición de la lectura y en la página 85 dice: «Abandonarse al sueño significa acercarse más y más a una dulce niebla, como la nieve. Leer y releer varias veces la misma oración, una y otra vez, hasta que una niebla lo cubre todo y ya no significa nada, en absoluto, hasta el momento en que una se despierta, abre los ojos y cae en la página correcta, y continúa leyendo con la impresión de que sólo han transcurrido algunos segundos». Jansson sostiene la idea del paraíso asociada a la confusión feliz entre lectura y sueño, esa instancia en la que se mezclan la felicidad de la lectura con la placidez del descanso. El mayor placer surge de una especie de indistinción entre leer y dormir.
Y si volvemos a los sucesos llenos de incertidumbre, a los perros malditos, a la perversión de Katri, a la imbecilidad monótona de Mats, podríamos decir que Tove Jansson ha escrito una novela sobre el infierno, esto es, sobre el desencanto, sobre los símbolos de un infierno que ocurre muy cerca de la tierra. Infierno y paraíso suenan como una música tenue y firme en la traducción impecable que hizo Christian Kupchik de La verdad increíble. ¿La verdad es esa, un pueblo hecho de infierno y paraíso según la lógica narrativa de Tove Jansson?
Título: La verdad increíble
Autora: Tove Jansson
Traducción: Christian Kupchik
Editorial: Compañía Naviera Ilimitada
192 páginas