Con más de 20 novelas en su haber Empar Fernández nos invita a espiar la vida de una mujer que no bajó de su avión y de un hombre que buscando algo material que vender roba su valija y sin querer termina involucrándose en su vida.
¿Cómo llegó a vos -a tu mente,a tu obra- esta historia?
De la forma en la que a veces se presenta una historia, casualmente. Como uno de los protagonistas de La mujer que no bajó del avión, yo también llegué de madrugada al aeropuerto de El Prat procedente de Roma y en una de las cintas cercanas una maleta daba vueltas sin que nadie pareciera esperarla. Las posibilidades eran: que se tratara de una maleta extraviada, que su propietario hubiera olvidado recogerla o, lo que resultaba mucho más prometedor narrativamente hablando, que no hubiera llegado a bajar de aquel avión.
Alex dice que «la historia de Sara no fue escrita para ser disfrutada» y él comienza a leerla para huir de otras cosas, con el devenir de la lectura nace la curiosidad en Alex. ¿Por qué Sara sí convoca y logra hacer nacer la curiosidad de Alex? ¿Qué tiene su historia que fue despertando el interés de quien tenía dormidas sus pasiones?
Quizás porque la suya era una historia de pasión llevada al límite, una exaltación que comportará consecuencias verdaderamente trágicas. Además Álex es un lector voraz, de los que devoran historias que nunca le sucederán a él.
Los personajes principales no responden a la idea de «éxito» que la sociedad contemporánea persigue. ¿Creés que eso los hace más próximos a los espectadores? Por qué esos héroes «antihéroes»?
La vida está repleta de personas que se consideran a sí mismas perdedores, gente que recibió malas cartas o que las jugó erróneamente. Me resulta mucho más atractivo el personaje de un antihéroe, tiene mucho más que explicar, es más rico en vivencias. Además a los autores de novela negra en general nos atraen los senderos que conducen a la perdición.
Los personajes principales son solitarios y taciturnos, mientras el mundo cada vez está más habitado por redes sociales. ¿Creés que la sociedad va a polarizarse cada vez más entre aquellos que se alejan de estos ideales hiper-sociales y aquellos que quiebran estas normas? ¿Por qué estos personajes taciturnos, hoscos, convocan a los lectores?
Las redes sociales entretejen un mundo de amistades ficticias, una Disneylandia de afectos, que creo que acabaran generando cierto hastío. El mundo real está en las calles, en las casas…pero no pasa necesariamente por la pantalla de un móvil o de un portátil, creo que la gente llegará a entender las redes sociales como lo que son: un pasatiempo.
¿Cómo usás tu formación en psicología al momento escribir? Pregunto esto porque hay constelaciones familiares muy específicas en los personajes y sus entornos y al ver tu formación resulta difícil pensar a los personajes sin buscar posibles análisis.
Todo lo que has aprendido a lo largo de la vida influye en lo que escribes. Espero que mi formación contribuya a que mis personajes adquieran una entidad propia, sean complejos y psicológicamente verosímiles. La familia en la que uno crece es la que sentará las bases del sujeto que llegará a ser; el entorno familiar es decisivo y, a mi entender, muy significativo.
En La mujer que no bajó del avión hay elementos de la novela negra que presentan corrimientos interesantes, ¿cómo imaginás un próximo paso en la evolución del género?
Creo que cada vez más se publicarán novelas en las que la historia discurra al margen de los profesionales de la investigación. Se ensayarán nuevas fórmulas al margen de los expertos –policías, o no- sin que por ello desaparezcan del panorama negro. Creo que el género evoluciona constantemente y que estamos “volando” los patrones y los cánones y ampliando el término. Algunos entendidos consideraron que La mujer que no bajó del avión no era exactamente una novela negra, aunque sí muy, muy oscura. A partir de aquel momento acuñamos en término “novela gris asfalto”. Novela no canónica en la que el crimen tiene un papel determinante y la ciudad no es sólo el escenario del delito.
Entre Sara y Alex hay vínculos previos al momento en que la maleta es dejada en la cinta. ¿Trabajás con la idea de un destino?
No, simplemente es el anzuelo que utilizo para incrementar el interés de Álex por la historia de Sara, sólo eso.
En algún momento se menciona que «no hay expiación posible». ¿Planteás en la trama la idea de la culpa trágica? porque hay mucha culpa presente en estos personajes que a primera vista se pretenden sin escrúpulos.
Sí, hay errores, “pecados” según algunos, que no tienen redención posible, es la conclusión a la que llega Sara que es incapaz de seguir viviendo y arrastrando su culpa. Creo que la culpa es uno de los sentimientos más intensos y devastadores que podemos experimentar. Es también uno de los que más me interesan. La mujer que no bajó del avión es la primera novela de una trilogía que gira en torno a la culpabilidad. La segunda, ya publicada en España por Versátil, es La última llamada y la tercera aparecerá en enero de 2016, La hora de morir.
El personaje principal, Alex, sufre de hambre permanente y tiene una situación laboral muy precarizada. ¿Cómo ves esta situación social en la actualidad de España?
Por el momento el panorama laboral está, como bien dices, precarizado. Encontrar trabajó sigue siendo muy difícil y las condiciones cada vez se acercan más a un régimen de explotación laboral. Contratos de corta duración, salarios muy bajos… Algunos afirman que estamos saliendo de la crisis, la verdad es que quizás lo estemos consiguiendo a costa de retroceder varias décadas respecto a los derechos laborales que regían en el 2007.