“Es bueno tener una larga vida, trabajar duro y que te lo agradezcan. (…) No nos gusta cuando muere gente joven, es duro celebrar semejante pérdida”.
“¿Yo? Tengo ciento tres años. Una excelente edad para dejar de vivir. Algunas personas dicen que vivir es difícil, esas son habladurías.
La verdad es que vivir es algo bueno, es muy placentero”.
Ayer vi Los sueños de Akira Kurosawa, era una deuda pendiente que tenía. Lo que no imaginé fue que el anciano del sueño final me iba a dejar resonando estas frases como antesala del libro que iba a leer hoy: Buen Pasar, el primero con el que nos conmueve Gabriel Godano. Y me permitiré utilizar el verbo “conmover” porque la historia del geriátrico, una de las dos en las que se divide esta obra, me fue de una sorpresiva ternura ya que no pensé que iba a empatizar con una historia sobre la vida diaria de los “reclusos” (así como lo siente uno de los protagonistas) de Buen Pasar, el asilo en cuestión.
José Luis irrumpe de mala gana (o, mejor dicho, lo hacen irrumpir) en la vida de un grupo de viejos que pasan sus días rutinarios dentro de la institución. Comen juntos, se hacen bromas, pelean, hacen amigos, tienen asuntos con los dientes, con los pañales y, lo más importante de todo, tienen historias. Algunas que traen sobre los hombros cansados; otras que comenzaron a escribir allí; y las inenarrables, esas que prefieren guardar en el armario. Son esas historias que ayudan a José Luis a cambiar su resignación por una curiosidad que hace de combustible para socializar con los demás y conocer a los personajes legendarios de un grupo humano mucho más especial de lo que él creía.
Moneda de amistad, la segunda historia, es un bastidor en el que se entrelazan varios hilos amistosos con un objeto específico y con la historia de un muchacho en particular, Diego, que piensa suicidarse. Es año nuevo, sus amigos no sospechan nada mientras él camina hacia su muerte… Está completamente convencido. Nada lo hará cambiar de opinión aunque su ritual de despedida se está haciendo un tanto largo, ya que despedirse de uno mismo parece ser lo más difícil.
Viejos en la última etapa de su vida. Un pibe que se quiere matar. ¿Tienen algo que ver estas historias? Además del cinismo particular que comparten varios personajes —cinismo que me resultó jodido y encantador en partes iguales—, hay un guiño que cuando lo pescamos, nos saca una sonrisa.
Buen Pasar es un libro sencillo repleto de reflexiones que no son sencillas de digerir, pero ahí está la clave del asunto. Espero más libros de Godano que me dejen pensando un rato después de cerrar el libro.
Buen Pasar
Gabriel Godano
164 páginas
Séverled
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