Una clínica en Nikko recibía a un hombre de campera negra, este no hablaba. El hombre seria asiático o quizá japonés, solo que permanecía callado. Era escoltado por otro. Enseñó su mano y un profundo corte dejaba a ver una parte del hueso. El escueto personal medico se sorprendió al ver la rigidez en su rostro, quien al recibir puntos de sutura, se retiro sin dejar registro alguno de su nombre o identidad. Un taxista encontraba una marca roja en el asiento trasero. Horas mas tarde subía el volumen de la radio al manejar y endurecía el cuello. Corría el año 2000 y el genoma humano era descubierto. Gao Xingjian ganaba el Nobel. ¿Quién no recuerda el virus iloveyou, ese archivo que se abría por error y te destruía todo?. Napster entraba en conflicto con Metallica. El creador de Snoopy, nos dejaba. La Playstation 2 era lanzada, y la GameCube también. El Papa rogaba perdón por los pecados de la iglesia. Eramos jóvenes. Moria la madre del Rey Juan Carlos I y de un disparo al corazón, René Favaloro. Se vendría en años posteriores, el boom masivo de los celulares inteligentes, ver videos y series por internet. Un terremoto fatal en Japón y hasta un COVID19. El campo del marketing se fusionaría bastante con el progreso de internet y la Gekidan Shiki, compañía teatral japonesa, profundizaría en años subsiguientes en hermosos musicales.

Un año cargado parecía finalizar. Como siempre en Japón todo se paraba por el fin de año, esa especie de vacación o desconexión total. Las tiendas vendían el kagamimochi, típico arreglo de decoración de la época. Las visitas a los templos budistas se incrementaban, algunos con estatuas del bodhisattva Kṣitigarbha, esas que en el sudoeste asiático se dice, protegen en el viaje, a los niños que parten antes que sus padres. Al entrar a algunas tiendas sonaba el koto, típico de esa época del año. Existe algo en su melodía, algo triste o misterioso. También sonaba el koto en las tiendas Seven Eleven, del distrito Setagaya.

Setagaya tiene actualmente, el mayor numero de infectados por Corona Virus. Allí alguna vez, vivía Akira Kurosawa. Los nuevos ricos o extranjeros con el «sueño americano» traducido a oriente, también suelen enfilar rápido para ese distrito.

La familia Miyazawa vivía en ese distrito, en Kamisoshigaya. Exactamente en un lugar muy pacifico y en el que un parque parecía avanzar su paso al punto en que su casa parecía aparecer con proximidad directa al parque. Los Miyazawa solían tomar la misma foto familiar en una escalera, una de roca. Su loft parecía, como si estuviese dentro de él, es que, era un parque que conectaba no muy lejos con angosto río. Al lado vivía, la madre de su esposa. El señor Miyazawa trabajaba en marketing y gustaba de los musicales. Era casado con una maestra y tenia dos hijos. El más chico luchaba contra una discapacidad para hablar. Algunos skaters, se reunían a veces en la pista de skate de la plaza, cercana al loft de los Miyazawa y sé gritaban. Nota: en Japón los skaters representan lo que en Argentina sería un medio ambiente potable para la llamada, mala junta. O un limbo donde, la adolescencia se disgusta, o se incomoda.

El parque lucia oscuro en la casa sin rejas el 30 de Diciembre del 2000 por la noche. El fin de año en Japón es frío. El turismo de crimen comenzó antes que se sepa bien, qué exactamente sería. Tres socios chinos se encontraban en Japón. Eran de Fujian. Habían viajado por Corea y de ahí a Estados Unidos. Planeaban regresar a China primero visitando Japón. Uno de ellos era chino de ascendencia coreana. Los unía la marginalidad y el trabajo de fábrica controlado por el Partido Comunista. Entre ellos, sabían que solo uno de su equipo, por su historial en la fábrica de pescado, era el mas encajado para actuar en frío. Existe una creencia budista que considera con compasión, a quienes aceptan ser instrumento del karma de otros a cambio de lavar el propio, retrocediendo en la rueda (es decir, aceptando mediante un acto, no nacer como humano por subsiguientes nacimientos). La mente racional no sabe de esto.

Los viajes del grupo parecieron nulos. En Corea robaron una bicicleta. Visitaron lugares en común. No cometieron ilícitos. En USA se intimidaron por los hombres en pecho con tatuajes. Y los soldados. Japón comenzó a producirles efecto. Hubo un encargo y entre sus negocios, lo de transportar lo acordado contaba con lo propiamente acordado, con la gente de Fujian. El efecto que Japón les produjo, fue especialmente en uno de ellos, quien en una recorrida por Setagaya se impresionó al ver que la casa de los Miyazawa, que parecía aparecer en medio del parque, no tenia rejas. Hasta subiendo por la reja podría trepar a la ventana del baño. Sus compañeros sentían el olor del dinero, venían de un lugar humilde y creían que podría haber una gran fortuna allí. El perpetrador actuaría a partir de las diez o once del 30 de Diciembre, entrando por la ventana. Ellos dos esperarían afuera. El perpetrador era el mas frío de los tres y todos sabían que había matado antes. Usaba un pañuelo con un agujero en el medio como soporte para que si su mano soltaba la cuchilla comprada esa mañana, pudiera reubicarla en su mano como en la fábrica de pescado. Un efecto resorte. Habían viajado por negocios de los de Fujian y esto del turismo de crimen tomaría forma el 30.

Dos de ellos permanecieron parados frente al río, el perpetrador se alejo solo. Detrás de su espalda, llevaba una bolso ancho donde transportaba la cuchilla larga. Vio una persona que se alejaba de la zona y lo miro de reojo. Uso la cuchilla para cortar el cable del teléfono y trepó buscando entrar por la ventana del baño. Estaba abierta, sin protección. Todo oscuro. Ahorcó al menor de los hijos en la cama y al ingresar su hermana corriendo a la habitación, le dio fuerte, con furia. Hasta se daño la hoja de la cuchilla, de tan fuerte. Atacó a la madre y ambas corrieron a esconderse. Finalmente, bajo a enfrentarse con el creador de la familia. Mikio Miyazawa se defendió bien. Logró lesionar al perpetrador con su cuchilla al punto que le llegaba a salir un poco a la vista, un hueso de la mano derecha. Mikio fue fuerte, para defender a su familia. El perpetrador aprovecho la caída de Mikio para sacar un cuchillo de la cocina de su dueño y finalizarlo en el piso. Luego subió a terminar de asesinar a su esposa e hija.

No fue mucho el dinero que pudo sacar, era una familia humilde que se rompía la espalda en pos de sus hijos. Se comió el helado de la heladera. Defecó en el baño de los Miyazawa y no apretó el botón. La vida de una familia se extinguió de golpe. El perpetrador barrió con existencias sutiles, como un depredador furioso. Momentos posteriores, uso toallas femeninas de la esposa de Mikio para curarse la herida que necesitaba puntos. Sus compañeros vieron el dinero, no era mucho pero en Fujian, demasiado. También la mano. Uno de ellos le pregunto si mató a algún menor. El perpetrador respondió en chino; yīrén. Para el perpetrador, Rei, el pequeño a quien ahorcó dormido, sin clavar la larga y filosa cuchilla, representaba su propia imagen de niño pobre en Fujian. Su aspecto mas misógino sabia que Niina, su hermanita, tenia tan solo 8 años pero su mente solo distinguió un solo niño. Rei de 6. El de ascendencia Coreana regreso a la casa con el perpetrador, compartieron algo del helado encontrado en la heladera de los Miyazawa. Vio los cadáveres y salió solo. Regresarían juntos antes del amanecer, en un taxi. Ya era 31. El perpetrador se quedó usando la computadora de Mikio hasta desenchufarla poco después. El de ascendencia coreana pisaba el césped frío. La imagen de los cadáveres aun en su mente. Al llegar cerca del estrecho río Senkawa, extrajo de su bolso una estatua de piedra de dìzàng que traía de china y con una navaja le hizo un carácter de 6 en chino, por debajo. Arrojó la estatua al río hasta que esta se oscureció en lo profundo de la corriente invernal.

El 30 de Diciembre de 2020 se cumplirán veinte años de este hecho.

Sobre El Autor

Ex docente FFyL UBA; Traductor en Japón desde 2007.

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