Azemir vuelve a su provincia natal después de un largo aprendizaje en las montañas del norte. Espera reunirse con Helars, su amigo de la infancia, para alzar las copas y recordar viejos tiempos. Sin embargo, una niebla densa sobreviene repentinamente y le dificulta el viaje. Busca refugio en una posada, donde escucha que la fortaleza oscura está intentando extender su brazo por primera vez en muchos años. Sus peores sospechas se hacen realidad poco después, al dar con un hallazgo inesperado, que le revela una verdad peligrosa y lo obliga a luchar por su vida. El azar terminará por embarcarlo en una misión que nunca había imaginado, a través de lugares distantes, hacia un destino incierto.

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¿Cómo te relacionás con el fantasy?

Pablo Nieto. Conocí el género en mis años de infancia y adolescencia, a través de series, películas y videojuegos. Un poco más adelante, me capturó el fantasy literario de autores como Tolkien y J. K. Rowling. Lo que siempre me fascinó de este género fue la posibilidad de imaginar un mundo muy distinto y sin embargo parecido en algunas cosas; quiero decir, un mundo alternativo, perfectamente pensable, un mundo en el que uno bien podría haber nacido.

Te has graduado con honores como licenciado en psicología. ¿Utilizaste alguno de los conocimientos adquiridos en esta carrera a la hora de delinear a tus personajes?

Curiosamente, el mayor aporte que me dio la carrera de psicología fue un estilo al que aspirar. Ese estilo es el de Freud, elegante y cuidado, que le valió ganar el premio Goethe en 1930. Me parece que el intento por imitar la escritura de Freud puede verse desde la primera página de mi libro. Después, conforme va pasando el tiempo, uno empieza a descubrir otros estilos y admirarlos también, y es entonces cuando empieza a mutar la propia escritura.

¿Cuáles fueron tus lecturas formativas de la infancia? ¿Alguna te sigue influenciando como narrador?

Como explicaba antes, las influencias que estuvieron en los primeros momentos de La fortaleza oscura fueron más extraliterarias que propiamente narrativas; y es interesante, en este sentido, constatar que a otras personas de la misma generación les pasa algo similar. Descubren un videojuego increíble como Warcraft, o ven una serie japonesa que abunda en duelos a muerte, y entonces nace en ellos -como nació en mí- el impulso de contar una historia propia. Es así como uno se lanza a narrar, pero tampoco es tan sencillo: esas grandes historias, como Dragon Ball o Los caballeros del zodíaco, te pueden alentar a escribir pero no te enseñan cómo, porque son series, no libros. Y así es como se llega a un punto clave en este camino iniciático: el momento en que el joven escritor decide salir a buscar un maestro. Yo tuve la suerte de encontrarlo en Freud, a través de la impecable traducción de Luis López-Ballesteros y de Torres.

Joseph Campbell escribió un tratado titulado El héroe de las mil caras. Psicoanálisis del mito. Pudiste echarle una ojeada a la hora de ponerte a narrar.

Sé que es un clásico y una fuente importante para cualquier estudio sobre la épica, pero confieso no haberlo leído. Con todo, el propio Freud ofrece claves interesantes para explicar el goce estético que deriva de leer las aventuras de los héroes, sea que pertenezcan a la poesía épica, al cine o a cualquier otro medio. Esas claves pueden buscarse en textos como Tótem y tabú, o también El poeta y los sueños diurnos.

En tu obra has respetado la tradición maniquea de poner al héroe la encrucijada de la luz y la oscuridad. ¿Por qué pensás que esta formula resiste al paso del tiempo cuando las nociones más básicas del hombre han mutado cuantiosamente?

La lucha entre el bien y el mal como fuerzas cósmicas y antagónicas puede encontrarse en muchos libros y películas, del pasado y el presente. La saga más leída en el mundo, que es la de Harry Potter, también nos muestra una lucha entre el bien y el mal. Esta lucha, según creo, constituye uno de los distintos cánones internos al género épico. Pero no es tan fácil vincularlo con el maniqueísmo, porque es una religión que pone al ser humano en un lugar más bien pasivo. Para el maniqueísmo, la conciencia personal no es más que el escenario en que tiene lugar esa lucha cósmica del bien y el mal, y sea que gane uno o el otro, no corresponden al sujeto ni el mérito ni la culpa de haber elegido el camino que eligió. No existe libre albedrío para el maniqueísmo. En cambio en historias como Harry Potter o Star Wars, puede verse a las claras que cuando el héroe es tentado por el mal, le corresponde a él exclusivamente decidir el camino que toma. Por eso, en estas historias, el héroe es responsable de todo por sus decisiones. Eso no pasa en el maniqueísmo. Por otro lado, uno puede hacerse una pregunta interesante, que es la siguiente: ¿por qué volvemos una y otra vez a esta clase de historias, que nos hablan de la pugna entre el bien y el mal, cuando Agustín de Hipona, que en tantas cosas nos hizo pensar como pensamos, dijo a todas luces que las acciones malas se producen por defección de bien, y que el mal no tiene ser y mucho menos poder causal?

 

Pablo Nieto

Pablo Nieto

Muchas veces se ha utilizado el fantasy como metáfora de la guerra o de temas relacionados con el presente del autor. ¿Existe un horizonte político en La fortaleza oscura?

Lo que puedo asegurar es que el libro no fue concebido con esas miras. Pero cuando lo releo, muchas veces me sorprendo, porque me parece encontrar algunos símbolos que están sugeridos aquí y allá. No me animo a mencionar cuáles son. Espero que hablen solos, y ojalá, en el futuro, alguna persona se interese en interpretarlos.

¿Cómo llegaste a Minotauro?

El camino fue más bien tradicional. Llamé al editor y le dije que había escrito un libro que pertenecía a la línea de Minotauro. Se lo mandé por mail, y a los seis meses me dijo que tenía intenciones de publicarlo. Después vino el largo camino de la publicación, que requirió mucha paciencia y templanza.

¿Qué se siente en ser uno de los pocos narradores nacionales en publicar en el sello históricamente más importante en lo que a género fantástico se refiere?

Fue una alegría inmensa haber publicado con Minotauro, que supo cumplir un rol tan importante en la difusión de la literatura de género. El anhelo de publicar con este sello estuvo desde el principio, y en ese sentido, es alentador sentir que esa parte del sueño llegó a hacerse realidad.

¿Los estudios clásicos y la filosofía han servido para encarar la narración desde otro lugar o preferiste mantenerte afuera de este tipo de estímulos?

Descubrí la filosofía en tiempo más reciente, cuando el libro ya estaba terminado, pero en cambio empecé mis estudios de latín a los diecinueve años, cuando La fortaleza oscura todavía estaba tomando forma. El latín, según creo, me dio más consciencia de la estructura de la lengua, de su compleja ingeniería. Y como aprendiz de ingeniero, La fortaleza oscura es hasta ahora mi ensayo más importante.

Quiero pensar que ya estás trabajando en la segunda parte.

La segunda parte ya está terminada, y en ella concluyen las aventuras de Azemir y compañía. Tendremos que esperar un poco más para verla publicada, ya que estará llegando, estimativamente, a mediados de 2014.