FUGAS | DANIEL CALMELS

Un libro que se extiende sobre varias dimensiones. Una idea inicial de pérdida, de escape, de derrame del potencial –y otros alcances del mismo término-. En el subtítulo cobra fuerza la palabra “fin”; Tendría dos sentidos –los dos son acertados- culminación y objetivo.

El pasaje del cuerpo al organismo. Los recursos tecnológicos que alcanzan una mayor importancia en la construcción de esta vida corporal distinta. Esa construcción de los cuerpos en función de realidades generales, y también particulares, dentro de un contexto marcado por situaciones sociales; condicionado en razón de determinados aspectos socio-económicos.

Cuidar o controlar; acordar o consentir. Reflexión o reflejo; escuchable o audible; mirable o visible. Procesos de comunicación y de aprendizaje. Juegos virtuales que requieren de pequeños movimientos digitales y de una postura corporal que, en lugar de liberar tensiones, como ocurriría en la práctica, arroja como resultado un cúmulo tensional concentrado en los músculos.

La pasión y la contemplación. La intensidad y la rapidez que entorpece, limita o anula la creatividad. La intensidad del instante; el vértigo. El exceso y la excitación en la niñez y la adolescencia; las actividades excitantes. Las manifestaciones corporales; los cambios de hábitos y del organismo. Las transformaciones; los fenómenos cambiantes. Los efectos del aceleramiento, de la indiferencia, de la mecanización, de la eficiencia, del control; los efectos de la descorporización.

Un desafío a favor de la práctica del cuidado, de la participación activa, de un demorarse justificado, de la creatividad, de la “corporización”.

Todos estos temas explica con solvencia Daniel Calmels, haciendo gala de una claridad amable que invita a seguir la lectura con interés, abriendo continuos espacios de reflexión, que resultan ser inevitables.

La mirada, la escucha, los gestos, la voz, la postura. El empobrecimiento de las manifestaciones corporales; un cuerpo atenuado.

La alimentación, los juegos de pantalla, las películas.

La “estética del parpadeo”; una imposición de nuevas formas de filmación. Ver o mirar; el parpadeo como forma de la temporalidad; un abrir y cerrar de ojos; parpadear y soñar.

“Darse a ver” y “ponerse frente a los ojos”. Lo visible y lo evidente. “obvio y nada”-exceso y carencia-. Reducción de pensamiento y reflexión; los términos clausurantes. El archivo de imágenes. La percepción.

El nuevo espectador y el zapping –una forma de programar la mirada-; la imagen fugaz, la repetición. Contemplar o atrapar; comprender la escena en la velocidad. Un forma intermitente de la mirada. El videoclip`- ese cóctel de imágenes sucesivas sin un orden secuencial-.

Los registros fotográficos. El rostro y la cara; la frente y el mentón –la zona superior y la inferior-.

Un aprendizaje cultural; el reconocimiento de rostros. Frente, ojos, nariz; ojos, nariz, boca. El rostro sintetizado.

La identidad detrás de gorras, capuchas y viseras.

Un recorte a la comunicación. Maquinarias y ausencias.

La visión y la audición, mediatizadas. Los sensorios humanos y la actividad mediada; objetos que mediatizan la mirada, la escucha, los aromas y sabores, también la actitud corporal. Objetos acompañantes que integran una estructura. Las barreras visuales, sonoras, gustativas, táctiles. El uso masivo de los recursos tecnológicos interfieren toda vez que intervienen en las subjetividades.

El niño en su relación con el juego; los juguetes y la escena lúdica. El poder de atracción de los desechos, “los restos suman”. “El desecho guarda el poder de transformarse en otra cosa”. Aquí Daniel Calmels remite a una reflexión de Walter Benjamin: los niños “tienden, de una manera muy especial, a acudir a todo lugar de trabajo donde visiblemente se manejen cosas, se sienten irresistiblemente atraídos por los desechos de la edificación, del trabajo en la huerta o en la casa, de la confección de vestidos o de muebles. En los residuos ven el rostro que el mundo de las cosas les muestra precisamente a ellos, y sólo a ellos…”

Y, Calmels agrega que, esa atracción que produce el desecho en el niño va a contramano de la indiferencia del adulto que, reconociéndole a ese desecho su origen, ya no puede ver en él una identidad propia. También sugiere que la cantidad de objetos que los adultos pueden ofrecerle al niño va en ascenso, y advierte que a partir del dinero se pueden adquirir estos objetos. Sin embargo, una abundancia de juguetes en poder del niño conspiraría contra su capacidad de encontrar entre ellos un rasgo singular. Una excepción estaría dada por la artesanía; una pieza especial que encierra el valor agregado de su originalidad. El exceso y la abundancia impiden o, en todo caso, limitan un proceso de creación –lo recortan-. Aquí remite a Jean Baudrillard: “es la pobreza lo que da lugar a la invención”.

Calmels nos habla de los muñecos; del de madera, articulado y dependiente de las maniobras del operador, pasando por el muñeco a cuerda y, luego, por otro a batería, el autor pone el acento en el muñeco virtual, intangible, visible mediante una pantalla; operado digitalmente a la distancia. Dice Calmels que, este muñeco virtual, además de dejar al niño con las manos vacías, le exige un tipo de movimiento limitado –girar una perilla, apretar la tecla- obligando, asimismo, al niño, a adoptar posturas corporales y torsiones inconvenientes. Respuestas rápidas y acciones repetidas –ese sería el entrenamiento-; sin ejercitar la manipulación intencionada de objetos en el espacio de juego que implicaba la práctica correspondiente –un trampolín destinado a proyectarse hacia experiencias más complejas. Antes, la palma de la mano; ahora la yema de los dedos –todo digital- en el marco de la experiencia corporal.

Páginas dedicadas a la práctica médica; la actitud corporal del médico y del paciente. La auscultación, la inspección, la palpación. El registro de los sonidos internos del organismo.

“La escucha médica nos deja mudos”. “El ojo clínico nos enceguece”.

La identidad del rostro; el rostro como prueba de identidad. Las huellas gestuales. La cara visible. El trasplante facial y el caso de Isabelle.

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Titulo: Fugas. El fin del cuerpo en los comienzos del milenio.

Autor: Daniel Calmels

Editorial: Biblos

221 páginas

Sobre El Autor

Damián Blas Vives es actualmente es Director de Gestión y Políticas Culturales de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. Entre 2016 y 2020 coordinó el Centro de Narrativa Policial H. Bustos Domecq de dicha institución y antes fue Coordinador del Programa de Literatura y editor de la revista literaria Abanico. Dirigió durante una década el taller de Literatura japonesa de la Biblioteca Nacional, que ahora continúa de manera privada. En 2006 fundó Seda, revista de estudios asiáticos y en 2007 Evaristo Cultural. Coordina el Encuentro Internacional de Literatura Fantástica y Rastros, el Observatorio Hispanoamericano de Literatura Negra y Criminal. Ideó e impulsó el Encuentro Nacional de Escritura en Cárcel, co-coordinándolo en sus dos primeros años, 2014 y 2015. Fue miembro fundador del Club Argentino de Kamishibai. Incursionó en radio, dramaturgia y colaboró en publicaciones tales como Complejidad, Tokonoma, Lea y LeMonde diplomatique. En 2015 funda el sello Evaristo Editorial y es uno de sus editores.

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