Apropiación y tráfico de bebés, organismos de Derechos Humanos vapuleados, décadas oscuras donde la estafa y el terror son ejecutados desde el mismo Estado. Lucha de intereses, fraude, desaparición de personas en plena democracia y tanto más horror se representa en «Crímenes apropiados», donde se mezcla la ficción con hechos históricos de largas décadas de Argentina, de una forma magistral. Un asesino a sueldo. Un periodista devenido en detective que cree aún que la verdad es algo que puede tener buena prensa. Cómplices. Arrepentidos. «Reconvertidos». Y «el poderoso empresario de medios» que desde el tercer piso de su diario, allí donde «atiende» Dios, maneja la vida no sólo de los que integran su ficticia familia sino la de toda una sociedad. En su primera novela policial el autor Fabio Nahuel Lezcano ha logrado, mediante el empleo de diversas estrategias narrativas, contar cómo desde hace décadas las cuestiones de poder se negocian, se dirimen y se ejecutan con tinta y papel prensa.
Declaraciones del reo ante un fiscal arreglado:
Paco Ignacio Taibo II ironiza cuando dice que “la historia debe ser mal escrita para que sea cierta” y lo hace cuando se refiere al género policial ¿cómo te resuena esta reflexión?
En un trabajo preliminar que escribió Ricardo Piglia para una antología de cuentos policiales negros, coloca a la novela Santuario de William Faulkner y al cuento Los asesinos de Ernest Hemingway como los precursores del género policial negro y convengamos que nadie podría afirmar que ambas obras estén mal escritas. Me parece que lo que sucede con el género es que ha sido un tanto ninguneado, tratado como un género menor, observado con cierto prejuicio. Por eso me llena de satisfacción que se lleven a cabo festivales y congresos sobre el género, donde se reúnen escritores de todas las nacionalidades y que ésos sean lugares donde puedan dar a conocer sus obras.
Ya que estamos con las reflexiones, recuerdo que Michael Connelly, cierta vez confesó que no podría haber sido novelista si no hubiera existido antes el periodista de crónica negra; ¿cuál es tu caso y cómo llegas al policial?
Yo llego al policial por la combinación de dos líneas de lectura: por un lado Dashiell Hammet y el inicio del policial negro norteamericano donde seguí toda la tradición hasta James Ellroy; y por otro lado el género Non Fiction, a partir de Truman Capote y de Rodolfo Walsh (mi libro de cabecera por excelencia es El caso Satanowsky).
En todas o en casi todas las obras siempre aparece la representación de los medios de comunicación como un actor de poder ante la Justicia. Para bien o para mal siempre hay medio de comunicación que talla en las disputas por el poder real. De aquí que en mi novela la imagen del periodista sea esencial como miembro de ese componente que pugna por el poder.
Sucede un hecho extraño, sos un autor sin antecedentes previos, no integrado a las cofradías de escritores del género, tu nombre no aparece en suplementos culturales y, sin embargo, acabás de levantarte con el Premio de Novela Negra Cosecha Roja, en España, con tu libro Crímenes apropiados que, además, es tu primera novela… ¿puedo pedir más detalles, una valoración íntima del autor?
Puede que suene trillado pero lo que me pasó tiene que ver con la perseverancia, con ese querer alcanzar un sueño. Y mi sueño siempre fue ser escritor, lo tuve claro desde muy chico. Primero perseverancia para escribir, para buscar el estilo propio; para buscar ese tema que me conmueva y que conmueva al lector. Alguna vez en su Decálogo del escritor, Elías Castelnuovo dijo: “Se aprende a escribir, escribiendo de continuo, sin tener en cuenta el tiempo ni la hora, ni tampoco los ruidos que puedan hacer los vecinos. A fuerza de caer, la gota de agua perfora la piedra”. Yo escribo desde que tengo memoria pero una vez que terminé Crímenes apropiados me di cuenta que esa era mi novela, que había alcanzado mi estilo y que por esa novela iba a ser reconocido. Me acuerdo que la terminé en un banco del parque Las Heras. Cuando puse el punto final sentí, por primera vez, que ya no era mía, que se había cerrado, que la obra ahora tenía que salir al mundo. Fue el segundo momento de la perseverancia, con la convicción de que mi trabajo era bueno empecé a mandarlo a diferentes concursos de acá y del exterior. Llevé mi novela a varias editoriales pero en ninguna recibí respuesta. Hasta que por fin, en Valencia la leyeron y gané.
En la sinopsis de la obra se habla de la desaparición de personas en plena democracia, organismos de Derechos Humanos vapuleados, décadas oscuras donde la estafa y el terror son ejecutados desde el mismo Estado. Un asesino a sueldo. Un periodista devenido en detective que cree aún que la verdad es algo que puede tener buena prensa. Cómplices. Arrepentidos. “Reconvertidos”…resultan todos tópicos de enorme sensibilidad. ¿Cómo se conjuga todo esto en la novela?
Parece mucho ¿no? Para empezar está la cuestión de la necesidad. Como escritor uno tiene la necesidad de contar algo, en este caso tratar de hacer una descripción de un momento histórico o más bien producir una mirada histórica desde un punto determinado hacia un pasado que emerge; están, también, las obsesiones del escritor, aquellos temas que le dan vueltas por la cabeza, que se repiten una y otra vez, hasta que de golpe se combinan y salen en forma de historia, de relato, en este caso en forma de novela. Y una vez que esos temas salen a la superficie, el escritor busca las estrategias que lo satisfagan para contar aquello que lo obsesiona. En este caso, en Crímenes apropiados el tema es la cuestión del poder real frente al poder formal. El poder real es el que se esconde detrás de las instituciones, el que está incluso sobre esas instituciones, que genera su propia verdad y construye su propia ley disputando todo el tiempo con el poder formal que es la política. Quien detenta el poder real en el caso de mi novela está representado en la figura de un medio de comunicación.
Realmente como público lector debo decir que es una novela de mucha carga emocional y que, además, muy argentina, muy impregnada con nuestra historia reciente. Teniendo esto en cuenta, ¿cómo recibiste el reconocimiento del jurado español?
Sentí un gran orgullo porque no sólo me estaban reconociendo a mí, como autor, sino también a una tradición de escritores argentinos. Justamente que esta historia al parecer, tan nacional, tan nuestra, tenga ese reconocimiento en España habla de los temas universales que están configurados allí y que son aquellos en los que está basada la literatura policial, cómo lo son el crimen y el delito, la Verdad, la Ley, el Poder y la Justicia. En definitiva, lo sentí como un reconocimiento hacia la literatura argentina.
El prólogo de Paco Camarasa y el postfacio de María Pía López son un verdadero espaldarazo a tu obra. Ambos coinciden en tu madurez narrativa. ¿Cómo vivís esto de la “madurez”?
Entiendo que esa madurez de la que hablan Camarasa y Pía López (palabras que me llenan de un inmenso orgullo, por supuesto) se refieren a haber encontrado un estilo, esa voz que en alguna parte tiene que ver con el destino, como diría Borges. Una vez que encontrás la voz para contar una historia (y no me refiero a categorías de tipos de narrador sino al estilo propio, reconocible y que en definitiva es lo más difícil de encontrar) la mitad del camino ya está hecho. Es como un viaje en tren: una vez que la locomotora está sobre rieles, salvo una catástrofe es muy difícil de que el tren salga de ese recorrido prefijado.
Muchos autores suelen aferrarse al dicho “su mejor día es tu peor día” y esto es casi una regla del periodismo policial donde se confirma que las mejores historias son las peores. A partir de esto… ¿tu vida como escritor tiene que consagrarse a la búsqueda del detalle revelador, a un momento, a una experiencia?
Creo que, como decía antes, hay ciertas obsesiones, ciertos temas que como escritor uno tiene en la cabeza y ese detalle, esa experiencia o ese momento funciona como catalizador de esas obsesiones. Una especie de herramienta para poder decir-o relatar lo que uno siente (y cree) merece ser contado. Se pueden tener cientos de ideas pero hay una sola que se dispara a la hora de escribir, una sola, irrepetible y única donde uno dice: esta es la historia que quiero contar y a partir de eso se comienza a trabajar, pacientemente y de manera irrenunciable.
El libro no está editado en Argentina… ¿hay algún sello interesado o debemos seguir esperando?
Es realmente raro lo que sucede con Crímenes apropiados, más allá de haber ganado el primer premio en Valencia, está teniendo muy buenas repercusiones de la crítica en España pero en Argentina he tratado de ingresar a los círculos del género policial y no he recibido respuesta todavía. Sé que la editorial JPM Ediciones, que es la editorial que sacó mi libro en España, está en tratativas con una distribuidora argentina para traer la novela a nuestro país. Estoy convencido de que mi novela sería muy bien recibida por el público argentino. Pero por ahora habrá que seguir esperando. Digamos que estoy cumpliendo aquella vieja máxima que dice que nadie es profeta en su tierra.