Veo la muerte de Mishima como arte. Mishima fue su propia obra de arte.
En 1951 surge Kinjiki “El Color Prohibido” siendo color, en este caso un eufemismo de homosexualidad. En 1953 Mishima brinda un fin a la obra con su segunda y ultima parte Higyou “El Placer oculto”. En la edición en castellano, ambas partes se presentan fusionadas sumando casi setecientas páginas, su trabajo de mayor longitud. Durante esta obra, de carácter autobiográfico el espíritu de Mishima transmigra dividiéndose en dos, por un lado Yuuichi, el joven que carga con su homosexualidad (un Dr.Jekyll naive) y por otro Shunsuké, el anciano y retorcido escritor (un misógino Mr.Hyde) conforman en verdad a una sola persona, no se trata en este caso de un simple reflejo, de un fetch irlandés o de un doppelgänger alemán, si no de dos onryō japoneses salidos de alguna kaidan, o sea dos espectros vengativos vueltos al mundo físico para buscar venganza. En palabras del traductor, Jordi Fibla, Mishima nunca fue aquel sexagenario escritor abatido, sin embargo en “Confesiones de una máscara” (1949) Mishima se declara un niño anciano. Por ende la vejez de Shunsuké, aun sufriendo aquel dolor de sus años mozos, no es más que un espejo superpuesto a modo que refleje el dolor de Mishima en su infancia, enfermo, encerrado y aislado de hombres (aquel objeto inalcanzable) del que se lo separaba, restringiéndolo a un ámbito lúdico opuesto al sexo de San Sebastián.
El simbolismo, ocurrente en esta obra, se manifiesta con la súbita aparición de un incendio al momento en que urge el deseo homosexual reprimido en Yuuchi. Al cruzar, más tarde a un joven de rostro desfigurado en las cercanías, se lo identifica como un damnificado del fuego, es aquella una metáfora que representa el deseo homosexual desatado y la herida, el mal que esta provoca en otros. La novela funciona como premonitoria en un plano personal, esta configura una continuación de “Confesiones…” (1949) aquí Mishima no se confiesa, comprende, expone e interpreta la forma de subsistencia que la obligación del giri (aquella obligación innata del japonés) demanda para alguien con un placer idóneo al de Ihara Saikaku (1642-1693). A través de sus obras el maestro “Tres Islas” (El significado de su apellido, otro eufemismo, en este caso para las ínsula tripartita que da forma al Japón) emerge transmutándose, por ejemplo en Kashiwagi, el rengo de El Pabellón Dorado, “El Jefe” de El Marino que perdió la gracia del mar (cuyo título original, Gogo no eikou configura “El Remolque del Atardecer”) y hete aquí, en la obra en cuestión. Esta, presta a dividir la ingenuidad del joven invertido y el carácter misógino y retorcido del anciano, reflejos del mismo contrato (el del espejo).
Lejos y atrás quedaba Les amitiés particulières de Roger Peyrefitte (1943); luego de hacer aparición en 1959 la obra de Mishima tuvo el honor de ser adaptada para convertirse en la primera del Ankokubutoh, dirigida y protagonizada por Tatsumi Hijikata. Adherente al legado, al ser consultado por su amigo Ryuichi Sakamoto, David Sylvian se inspira en “El Color Prohibido” para dar temática a la letra de la versión cantada del clásico “Merry Christmas Mr.Lawrence”. En la poética de Sylvian, el amor de Yukio Mishima “vestía un color prohibido” es allí donde el inglés se pone en la piel de Yuuichi y remarca “Aquí estoy, una vida entera lejos de ti” motivo de tristeza e impotencia para el siamés manipulado, al ser convertido en una obra de arte viviente, algo similar (pero de cera) al cameo de Mishima en la versión de “La Lagartja Negra” de Rampo Edogawa que el mismo guionó para cine, donde sello un beso con Akihiro Miwa, por supuesto, no menos prohibido que esta obra. La vida actoral de Yukio Mishima fue un destello de su propia muerte (la que premedito y planeo durante cuatro años). En aquellos finales no solo se dedico a configurarla, también a filmarla. En 1966 con Afraid to die, donde represento a un punk del suburbio, en 1966 adaptando su historia corta “Patriotismo”, en 1968 con Rampo Edogawa como shinagami (Dios de la muerte) en “La Lagartija Negra” y finalmente en 1969, un año previo a morir, festejo su partida por última vez: represento a uno de su sangre, un samurai e hitokiri (asesino) llamado Shinbei Tanaka (que por cierto, existió de verdad) en el film Tenchuu! del maestro Hideo Gosha. Aun recuerdo la escena del gran disturbio en Ikedaya, azotada por el Shinsengumi, allí vi fuego en sus ojos; Yukio-de-Japón no era el mejor actor, pero si se trataba de morir, era excelente. Morir le sentaba bien.