El almuerzo mafioso como liturgia.

La preparación de la comida de la misma manera que se plantea una venganza.

La orden de matar a alguien que se termina de aceptar comulgando con el banquete.

En La Mafia Se Sienta a la Mesa se narran historias que tuvieron como epicentros comidas que eran meras excusas o coartadas, el telón tras el que se escondían los verdaderos motivos: negocios, ajustes de cuenta; sinónimos para la mafia.

“Gangsters eran los de antes” uno podría decir viendo semejante despliegue alimenticio, la elegancia del plato seleccionado con el mismo tenor que el mafioso elige con qué arma resolver los problemas de la Cosa Nostra.

Estilo y honor por encima de todas las cosas.

A lo largo de sus más de doscientas páginas se cuentan historias vinculados a “la familia” y después se presenta el menú de dicho agasajo, a la vez que se disección unas cuantas recetas de las provistas. Estamos ante un libro que bien podrá ser consumido por aquellos amantes a la Cosa Nostra como a los interesados en la cocina.

Por citar algunas historias, en 1909 tenemos el caso de Don Vito, capo del momento, que utiliza un almuerzo como coartada para acabar con un policial estadounidense que se había apersonado para tratar de desbaratar a la mafia desde su mismísimo centro. Un balazo en la cara y diez minutos después, Don Vito hundía la cuchara de postre en una cassata a la siciliana. Provecho. Y silencio.

Por otro lado, se cuenta la historia de Frank “Don Francesco” Sinatra” en su viaje a Italia donde pasó a saludar al capo Don Genco Russo en un momento en que la relación entre la Cosa Nostra norteamericana y la mafia siciliana no estaba en el mejor momento después de la muerte de Lucky Luciano. Humillado desde el primer momento, Sinatra fue tratado como uno más en el almuerzo, el campesino que era invitado por la “realeza más” como objeto de burla que como un premio. Sinatra; La Voz silenciada ante el sorbido de una sopa siciliana hecha a base de carne cocida, macarrones y garbanzos, pagando el precio de la turbulencia en la relación entre la mafia local y la estadounidense.

Además de la comida, se le brindaba especial interés al vino. Don Vito acompañaba sus comidas con un Velutinaro del que sólo se producían ciento veinte barricas al año, y de las que se adueñaba en su totalidad. Ya que. como bien dice el refrán siciliano,“Degustar una gota de vino del Etna es tan agradable para el corazón de un hombre honesto como ver manar una gota de sangre de las venas de un enemigo”

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Título: La mafia se sienta a la mesa

Autores: Jacques Kermoal & Martine Bartolomei

Editorial. TusQuets

Traductoras: Mercedes y María Corral.

224 páginas.