Sin que sea necesario justipreciar a Tetsuo: The Ironman como la piedra filosofal del cyberpunk japonés, ayer contemplamos la versión de acción real dedicada a un pionero comic de ciencia ficción japonés: Ghost in the shell. A menudo lo intocable llega sin posar su corazón en las cosas. No sería difícil recordar los 90, época en que apareció ese VHS que contenía una película animada japonesa que parecía revelar un estrepitoso recorrido onírico más que una historia, un film con etiqueta de «intocable». A menudo lo intocable se deshace (la mente es más sensible que el átomo). No entender la trama correctamente de aquella historia no era imposible tratándose de una versión destinada a algo que denominaron cutting edge (aquello que corta). Sería fácil recordar sin embargo, que especialmente el film dejaba de lado aspectos muy internos del manga dedicados a los fans (evitemos la palabra fandom) como los juegos sensuales, boludeces de la historieta «y al atorrante de Suzuki» (Symns dixit).
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Mas tarde surge Innocence como continuación fílmica pero como la elevación de Shantideva al anunciar los votos del Bodhisattva: la obra maestra no podría ser superada. Series en capítulos sucedieron al film (interesantes productos, lacas de artificio) pero la magia quedo imbuida en aquel momento en que alguien tomó ese VHS con sus dedos, sintiendo algo eléctrico, casi propio de un derviche girando o la fragilidad del plástico, su aroma… y lo introdujo para contemplar una historia nacida en favor de actualizarse constantemente en el terror actual que impera en el mundo (El film funciona como una solicitada a favor de la maquina y por supuesto en contra del ser humano).

La obra actuada parece enredar aciertos: Kitano esta fabuloso (solicitó no hablar en ingles y le fue concedido, hasta ScarJo le sostuvo el cartel con sus lineas). Por cierto que Kitano mismo admite que se burló del anime en general gran parte de su vida comediante y esta historia lo conmovió de lleno (mentimos: simplemente conserva la sensación atómica de que el anime es un trino del peor, solo que como los «Corazones Sujos» del Brasil (Fernando Morais) isseis de posguerra, el también tomo a la noche como un revolver sin mediar más y disparó).
No suelo ver adaptaciones live action pero sentí que esto sería diferente. El film es una opera prima dedicada al corazón de los obras que subdividen la historia. Se ha agregado sutilmente lo necesario para entender mas claramente el fabuloso primer anillo de la travesía fatal en la vida del traspié mas mahayana («mind only»);  cuerpos sintéticos y nuestra protagonista no sonríe en todo el film. Inocencia artificial. 
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Recientemente he vuelto a ver el primer VHS y me fascinó, cómo provoca lo mismo ver nuevamente, Akira de Otomo. Allí el recuerdo de la RAN, Mambo, Damián Vives y la gente de aquel Baires Otaku. Aún en la derruída y caliente ciudad de aquel entonces algunos ojos contemplaban al fantasma. Existe algo en estas producciones que apaga todo lo que las precede empero pocos son quienes ven brillando la luz al final del camino (verse en estado de sueño profundo; yo estoy ausente pero en el fondo de esta ausencia hay la espera de mí mismo). Al regreso de ver el film contemplamos el florilegio de los cerezos en gesta nocturna y así un domingo japonés en Kawasaki terminó. Lejos de estar perdidos en Tokio, y del romance que Japón pudiese evocar en todo ser que lee esto ahora, contemplemos nuevamente esos VHS compañeros, nos permitiremos ese panteísmo sinocéntrico en una vertiente pura y tan sintética como el fantasma, que habita dentro de cada cassette.

Sobre El Autor

Ex docente FFyL UBA; Traductor en Japón desde 2007.

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