Desgrabación y corrección: Nicolás Ferraro

Aprovechamos la reseña de su nuevo libro Halcón, para recuperar esta entrevista mantenida con el autor a fines de 2017.

Nacido el 30 de diciembre de 1971 en Thun cerca de Berna/Suiza, en donde pasará sus años de formación, Lukas Bärfuss, dramaturgo y novelista, se ha convertido en una de las voces más interesantes del panorama europeo contemporáneo. Habiendo pasado, en sus años de juventud, por diferentes oficios -entre ellos el de librero- Bärfuss se lanzará en 1997 como dramaturgo independiente y novelista. Junto con Samuel Schwarz ha funda en Zurich el grupo teatral 400asa.

Los argentinos hemos tenido varias oportunidades, en la última década, de encontrarnos con su obra dramática en nuestras salas, en tanto que el sello editorial Adriana Hidalgo nos ha acercado dos novelas: Cien días y Koala, que bucean incisivamente en problemáticas siempre vigentes a nuestra especie, como ser la cobardía y el suicidio. Para fin de 2017 tuvimos la suerte de poder conversar con él. Agradecemos a Natalia Viñes por su gestión.


Una de las estrofas de la canción Common people del grupo PULP dice:

Alquila un piso encima de una tienda

Córtate el pelo y encuentra un trabajo

Fúmate unos pitillos y juega al billar

Finge que nunca has ido a la escuela.

Pero no creo que lo hagas bien

Porque cuando estés en la cama por la noche

viendo las cucarachas subir por la pared

y llames a papá, él te sacará de esto.

Nunca vivirás como la gente corriente

Nunca harás lo que haga la gente corriente

Nunca fracasarás como fracasa la gente corriente

Nunca veras tu vida…desvanecerse.”

De alguna manera es el mismo planteo que le hace Agathe a los europeos al comienzo de tu novela Cien días, lo que parece ser cierto hasta que se muestra una realidad mucho más oscura. ¿Cómo nace esta novela? y ¿Cómo te documentaste para escribirla?

El origen de esta novela se encuentra en una experiencia que tuve en tercer grado, cuando tenía nueve años. En ese momento en el colegio hicimos un taller en el colegio acerca del tema Rwanda.

Hicimos pan a la manera en que se hace en Rwanda, nos informamos acerca de las familias a través de un libro ilustrado que mostraba esa vida simple y feliz en las colinas de Rwanda.

Y hoy en día cuando todavía recuerda esa semana tengo sentimientos de felicidad.

No sé si habrá tenido que con ver con mi maestra de tercer grado, la señorita Bove, de la cual yo estaba bastante enamorado. Y por supuesto, todo lo que ella contaba yo lo creía. Y esa imagen que ella me transmitió de África en ese taller fue una imagen que me acompañó durante toda mi infancia y mi juventud, y siempre que de alguna manera se hablaba de África, la imagen que surgía en mí era la de Rwanda. Y después en 1994, cuando fue el genocidio en Rwanda, ahí tuve una imagen complementarte diferente del país, era una imagen que no coincidía en absoluto con la que yo traía de la época del colegio. Y me enteré que esa imagen que esa querida señorita me había transmito de Rwanda no tenía mucho que ver con la realidad del país. Y lo que intenté es por un lado unir esas imágenes o, también se puede decir, narrar la historia de esas diversas imágenes.

Cuando me puse a investigar de dónde provenía esa imagen que la señorita me había transmitido de Rwanda llegué a la historia en la que se vinculan Suiza y Rwanda. Y como no había libros para leer sobre esa cuestión, no había textos escritos, tuve que ir a los archivos, en particular al Archivo Federal Suizo y ahí tomé los documentos de una agencia suiza de ayuda para el desarrollo y trabajé sobre esos documentos. Esa fue la primera parte. La segunda parte fue una investigación en Rwanda mismo, y la tercera, la conversación con testigos de la época.

¿Qué edad tenías cuando pasó lo de Rwanda en 1994?

Veintres años.

 

¿Cómo entendés que se modificó el entramado social asistencialista europeo desde que escribiste la novela, hasta los últimos conflictos? ¿Qué cambió en el imaginario del ciudadano promedio? ¿y en el discurso de los gobernantes?

Los conflictos creo que se agudizaron desde entonces. La globalización llevó a contradicciones aún mayores. Algunos de los comerciantes en materias primas más importantes se encuentran en Suiza. Y ellos participan en gran medida de la explotación de los recursos naturales, de lo que es la minería en Congo y Zambia, y muchos otros lugares. Y nosotros, por ejemplo, todavía no tenemos una responsabilidad empresarial. Es decir que las leyes que rigen en Suiza para las empresas no rigen para esas empresas cuando explotan recursos naturales o materias primas en otros países. Es decir que todo lo que tiene que ver con la protección de los trabajadores o las leyes ambientales, todo eso que rige dentro de Suiza no rige para esas empresas fuera de Suiza. Creo que ese desarrollo tan dispar entre, por un lado, la globalización económica, que es cada vez más acelerada, y la globalización política, que en un sentido real no existe, la disparidad es cada vez es mayor. Eso lo podemos ver hoy en día con la cantidad de personas que vienen de África e intentan ingresar a Europa, en particular a Europa porque en sus países no hay nada de lo que puedan vivir, no hay nada que los pueda mantener con vida, y sus condiciones de vida son horrorosas. Y hasta que la política no comprenda, o al menos reconozca, e intenté modificar esta situación estos conflictos se van a seguir agudizando porque no hay nada que impida a las personas seguir buscando, o seguir intentando, conseguir un mejor futuro.

De alguna manera, la sumatoria de lecturas de distintos autores, de distintos géneros literarios, de distintos países en todo el mundo, nos estaría advirtiendo acerca de la sensación de falta de representatividad del sistema político imperante y, sin embargo, no surge un modelo superador, tal vez por haber caído en una trampa semántica. ¿Creés que existe algún gobierno verdaderamente democrático en el mundo? ¿Cuál es tu visión del panorama político internacional?

La pregunta por la legitimidad de los gobiernos siempre se plantea a través del desvío de la otra pregunta que es quiénes son los electores, quiénes son los que pueden definir y decidir, y en la mayoría de los casos lo que es decisivo es la cuestión de la nacionalidad. En Suiza, por ejemplo, un tercio de los habitantes no tiene pasaporte suizo. Es decir, ellos pagan sus impuestos, viven en Suiza, sus hijos van a los colegios en Suiza, pero ellos no tienen participación política. Entonces no estoy muy seguro de si en un caso así se puede hablar de democracia. Porque en realidad los que deberían decidir acerca de la política son aquellos que están afectados por la política y, por supuesto, a escala internacional eso cobra dimensiones mucho mayores. Un ejemplo es que la agricultura suiza tiene subsidios altísimos y solo puede sobrevivir por medio de esas subvenciones, y a la vez esas subvenciones son las que evitan que los campesinos africanos puedan competir con sus productos. Es decir que esos campesinos africanos están directamente afectados por la política suiza o europea. O sea que en realidad también deberían tener el derecho a decidir, pero estamos lejísimos de llegar a algo así.

Creo que en los últimos años se aceleraron muchos desarrollos paralelos y, a su vez, contradictorios entre sí. Por ejemplo, hubo un movimiento para equiparar el acceso a la información para todos, lo veo por ejemplo en el caso de amigos míos en Camerún que están informados acerca de todo, están informados acerca de las mismas cosas que yo. Y a la inversa lo mismo. Hace tiempo que vivimos en una cultura global y a la vez las diferencias, los abismos entre Camerún y la Unión Europea son cada vez más profundos. La posibilidad de movilizarse, de que las personas atraviesen las fronteras es cada vez más complicado y, a la vez, el movimiento de mercancías e información es cada vez más simple. Y yo creo en la sabiduría de los poetas, y en particular en este caso de Friedrich Hölderlin. En su poema “Patmos” comienza con los siguientes versos: cercano está el Dios, pero es difícil de captarlo, pero donde hay peligro, también crece lo que nos salva.

Y al ver los desarrollos en Estados Unidos creo que crece ese peligro, pero también creo que esto estimula el sistema inmunológico político. en ese sentido, veo muchas cuestiones positivas. Lo importante es no desesperar y creer en la alegría y los pequeños pasos.

¿Sos un dramaturgo que escribe novelas o un novelista que se dedicó al teatro?

No estoy seguro que tiene que ver con la dramaturgía, tiene mucho más que ver con la imaginación y la imaginación tiene que ver con la percepción física. Antes de poder describir algo tengo que poder experimentarlo físicamente en mi imaginación, es decir, en cualquier momento yo puedo retroceder y volver a esa casa. Es decir, yo sé dónde está cada cosa, puedo pensar dónde está la habitación, a dónde hay un vidrio, las paredes de piedra, dónde está la cocina, en qué lugar están las plantes, dónde está el baño, sé que a espaldas de la puertas está el ingreso donde después se va a cometer un asesinato, tengo las percepciones de qué está el hecho el piso, siento de alguna manera lo que sentiría si caminara por ese piso, sé que frente al vidrio hay un sofá de cuero que está bastante gastado, entonces yo siento en mi espalda la sensación del cuero. Y no sé si es algo que le pasa a todas las personas, pero mi recuerdo se constituye, se abre a partir de mi experiencia física. Para tomar otro ejemplo, si pienso en un departamento en el que viví en mis primeros años como escritor, siento cuando pienso en ese lugar que cada vez que abría la puerta es como que la puerta rozaba contra la alfombra que era demasiada alta, y por eso había que hacer como presión para poder abrir, cuando tengo esa sensación y al sentir eso, es como que se abre un acceso a todo ese imaginario, a esa representación del espacio de ese departamento. Y podría volver a citar como antes a Paul Valéry y decir que solo el pensamiento con y a través del cuerpo es un pensamiento verdadero. Este es un tema del que se podría conversar una tarde entera pero yo creo que el modo de esas percepciones físicas o corporales que se dan en una sociedad, de alguna manera, son la clave para entender la ley de esa sociedad. En Suiza, por ejemplo, uno se cría de chico con la idea de que en lo posible hay que evitar tocar o rozarse con otra persona cuando se encuentra en el espacio público. No es ningún problema en Zurich haber pasado un día entero sin haber tocado a una sola persona. La primera vez que viajé a África mis experiencias fueron completamente diferentes. Por ejemplo, una experiencia que me marcó mucho; estaba viajando entre Duala y Yaundé, y hay una conexión con autobús, y por supuesto estaba viajando en ómnibus y los asientos están ubicados de una muy manera muy compacta, estrecha, hay muy poco espacio, y yo estaba sentado contra la ventanilla y subió un hombre de negocios con traje y corbata, y me empezó a hablar y a preguntar, y me contó de su vida. Ahí arriba era totalmente normal la conversación que sucedía, pero abajo era como que constantemente estaba tocando con sus piernas mis piernas, algo muy raro, era como una especie de lucha que tenía lugar ahí abajo. Si uno miraba solo a la parte superior era todo totalmente normal. Para mí era muy difícil contextualizar todo eso y me preguntaba ¿qué pasa?, ¿está loco?, ¿es homosexual?, ¿me está tratando de seducir?, ¿qué es lo que pasa acá? Hasta que llegó un momento en que, de alguna manera, encontró un modo de ubicar nuestras piernas que fuera confortable para los dos, o sea que en realidad, de lo único que se trataba era de eso, de ese estrecho espacio de encontrar el modo de viajar cómodo. Creo que a partir de eso se podría desarrollar toda una antropología o una sociología que tenga que ver con la concepción del espacio del europeo y el africano, y que explicara todas estas condiciones de transporte, del manejo del espacio, creo que sería un buen punto de partida para eso a partir de la experiencia física.

¿Qué cuerdas, semejantes o diferentes, hay que tocar en cada disciplina para generar el clima y la atmósfera en el relato?

Creo que el clima es aquello que sucede entre las líneas, creo que son las asociaciones que estable el lector. Y por supuesto que hablar de esto de entre líneas es algo interesante porque yo lo entiendo en términos figurados. También en cuanto a lo que significa la atmósfera entiendo lo que quiere decir leer entre líneas, pero es completamente imposible escribir entre líneas. Uno al escribir siempre está por encima de la linea, está al nivel del concepto, lo único que puede hacer es indagar lo más profundo que sea posible en la imaginación propia ya partir de ahí lograr un reflejo que sea, que hable de eso que uno indagó, pero no intentó darles mis textos un clima en particular. Así como tampoco me ocupo nunca de mi propio estilo, porque lo que me interesa no es la ilusión.

¿Qué te interesa?

Lo que yo quiero hacer es un testigo. Yo quiero ser un testigo de mi experiencia, de mis sensaciones, de mi época y para eso hay que ocuparse con seriedad de la experiencia. Y si permanezco fiel en la descripción a esa experiencia, entonces también se va a generar ese ambiente.


Cómo nace Koala? ¿De dónde surge tu interés en el tema de suicidio?

Koala nació en abril de 2011 en Francia mientras estaba en vacaciones y fue unos meses después de la muerte de mi hermano. Y una vez que dije ese nombre supe que eso me estaba dejando una huella. La pelea de este animal es en realidad este libro, la lucha del koala. Es verdad. Hay muchos suicidios en mi obra. Desde antes. Camus dijo que no hay pregunta más filosófica que la del propio suicidio. Y tiene que ver con que el suicidio hace una pregunta sobre la propia libertad, pero la total libertad es también la total soledad. Todos vivimos en relaciones sociales y cómo traemos la libertad en las relaciones sociales, cómo podemos unirlas. La libertad siempre tiene algo asocial.

Más allá del famoso texto de Camus, ¿buscaste material para reflexionar sobre el tema?

Sí. Mucho. El libro también habla de todas estas lecturas que hice, pero ahora esas lecturas son pilas de libros muertos. Las experiencias que uno hace en realidad no están en los libros. El suicidio uno lo puedo aceptar desde una perspectiva teórica como un derecho, pero si se trata de tu hermano, uno tiene otra opinión.


Me interesó cierta descripción de la figura del hermano como socialmente inadecuado. Me interesó en tanto y en cuanto la ley considera el suicidio como un homicidio en el que víctima y victimario son la misma persona, una visión demasiado tonta salvo que enmascare un engranaje por el cual la fuerza vital del sujeto le corresponde hasta cierto punto a su Estado Nación. ¿Podemos hablar de libertad en las sociedades contemporáneas?

Eso es justamente lo maravilloso del suicidio. Por lo que es tan interesante, porque no hay ningún poder que pueda evitarte que vos te mates. Siempre es un acto contra el sistema. Ahí no se encuentra la sociedad con la libertad. La libertad siempre tiene una relación tensa con la responsabilidad para ti. Y una no se puede pensar sin la otra. La pura libertad sin responsabilidad es el horror. Y pura responsabilidad es la esclavitud. ¿En qué medida podemos calificar la libertad y la responsabilidad? Eso siempre hay que negociarlo.

Me quedé pensando que yo soy ateo, pero creo que esa idea del Estado penando un suicidio viene de la idea religiosa de que es un pecado el suicidio porque solo Dios puede disponer de la vida y de la muerte de la gente.

El problema creo que es el castigo… Está bueno que el Estado intente evitar que los ciudadanos se suiciden, después de todo tiene la obligación de ocuparse de las personas. El Estado sería muy cínico si no se ocupase de que las personas no se suiciden. Tenemos este problema con el acompañamiento a la muerte, la eutanasia, digamos que las personas enfermas tienen el derecho a interrumpir sus vidas, entonces el Estado tendría que apoyarlo… o no.

¿Cuáles fueron tus lecturas fundacionales y cuáles son los autores que te resultan convocantes hoy en día?

Georg Büchner tanto como que lo provoca hoy en día como que fue fundante en su obra. Robert Walser, Sylvia Plath. Son tantos que podría quedarme aquí sentado hasta mañana.

Sobre El Autor

Damián Blas Vives es actualmente es Director de Gestión y Políticas Culturales de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. Entre 2016 y 2020 coordinó el Centro de Narrativa Policial H. Bustos Domecq de dicha institución y antes fue Coordinador del Programa de Literatura y editor de la revista literaria Abanico. Dirigió durante una década el taller de Literatura japonesa de la Biblioteca Nacional, que ahora continúa de manera privada. En 2006 fundó Seda, revista de estudios asiáticos y en 2007 Evaristo Cultural. Coordina el Encuentro Internacional de Literatura Fantástica y Rastros, el Observatorio Hispanoamericano de Literatura Negra y Criminal. Ideó e impulsó el Encuentro Nacional de Escritura en Cárcel, co-coordinándolo en sus dos primeros años, 2014 y 2015. Fue miembro fundador del Club Argentino de Kamishibai. Incursionó en radio, dramaturgia y colaboró en publicaciones tales como Complejidad, Tokonoma, Lea y LeMonde diplomatique. En 2015 funda el sello Evaristo Editorial y es uno de sus editores.

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