Editorial Sudamericana acaba de publicar la biografía más completa al momento de Alberto Gerchunoff, uno de los más importantes gestores de la integración de la cultura judía a la Argentina. Mónica Szurmuk, autora del libro, nos cuenta acerca de su investigación.
¿Cuándo y cómo surge la idea de encarar esta biografía y cuánto tiempo llevó reunir toda la documentación que la respalda?
Yo había escrito varios artículos académicos sobre la obra de Gerchunoff cuando me di cuenta de que había una historia en la vida misma de Gerchunoff que no se podía contar desde la crítica literaria y que requería otro tipo de investigación y de escritura. Yo hacía muchos años que vivía afuera del país y quería contar el mundo de la cultura argentina desde alguien que fue central en la política, la literatura, el periodismo pero que en los registros posteriores de la crítica literaria y de la historia quedó marginado. Me interesaba contar ese mundo de la primera mitad del siglo XX en la Argentina desde una figura que había participado en tantos espacios y que también tenía muchas conexiones internacionales con escritorxs de la talla de Gabriela Mistral, Alfonso Reyes, Marcel Proust, Valle Inclán. ¿Cómo es, me preguntaba, que un chico nacido en el Imperio Ruso que llegó a la Argentina a los 7 años sin hablar una palabra de castellano se había transformado en un escritor con lazos de amistad y colaboración en todo el mundo? ¿Cómo había logrado publicar un best seller a los 26 años? ¿Cómo era la cultura judía pre-Holocausto a la que él había nacido y que había visto desaparecer? La investigación me tomó más de 10 años. Trabajé en archivos y bibliotecas en la Argentina, Estados Unidos, México, Francia, España e Israel. Entrevisté a sus nietos y a familiares menos directos como sobrinos y sobrinos nietos.
Podríamos comenzar por reconocer las razones del desarraigo de una familia que, finalmente, se instala en Entre Ríos.
La familia de Gerchunoff forma parte de los millones de inmigrantes que dejaron Europa a finales del siglo XIX para instalarse en América. Yo hice mucha investigación sobre la zona de Residencia del Imperio Ruso desde donde llegó la familia Gerchunoff. Aprendí ídish, fui a bibliotecas especializadas en la cultura judía de Europa Central y Oriental, inclusive viajé al pueblo de Ucrania donde el autor pasó su temprana infancia. Los judíos estaban limitados a vivir en una zona pequeña del Imperio Ruso. Había leyes que restringían su acceso a la educación, a las profesiones liberales, a la tenencia de tierra. Y a menudo había pogroms, o sea razzias violentas contra los judíos que vivían en esa zona. Muchos ya habían emigrado a Europa occidental o a Estados Unidos. Gerchunoff dice que su padre añoraba vivir en un país libre. La Argentina después de la promulgación de la Ley Nacional de Inmigración tenía agentes en Europa para atraer la inmigración europea. Después de una serie de violentos pogroms en 1881 el agente que estaba en París nombró a un delegado para atraer inmigrantes judíos. Se publicaron avisos en los diarios en ídish y en hebreo y a través de ellos la familia Gerchunoff se enteró de la posibilidad de instalarse en la Argentina. El viaje fue largo y difícil. Llegaron al puerto de Buenos Aires, pasaron unos días en el hotel de inmigrantes y llegaron a lo que luego sería Moisés Ville pero que en ese momento era una serie de carpas cerca de la estación Palacios en la provincia de Santa Fe. Después de la muerte del padre, la madre mudó a su familia a la Colonia Clara en Entre Ríos. Una mala cosecha los desalentó y se mudaron a Buenos Aires.
Sería interesante ilustrar al lector mediante una breve síntesis acerca de los objetivos de la asociación política llamada Alliance Israélite Universelle, relacionándola con la escuela de la Colonia Clara; ¿puede ser?
Las colonias judías de Entre Ríos fueron financiadas por una asociación llamada “Jewish Colonization Association” fundada por el Barón Maurice de Hirsch. Para educar a los hijos de los colonos, la Jewish Colonization Association pidió ayuda a la Alliance Israélite Universelle, una organización de judíos franceses que se había formado en la década de 1860 para educar a los judíos de la cuenca del Mediterráneo, zonas de lo que es ahora Turquía, Marruecos, Túnez. La Alliance mandó a Joseph Sabah, un maestro de Turquía a organizar las escuelas en las colonias. Estas escuelas eran laicas, mixtas y en ellas convivían chicos judíos con criollos y con hijos de colonos instalados en las colonias francesas e italianas cercanas. Eran escuelas que impartían el programa oficial argentino y eran evaluadas por los consejos escolares pero además enseñaban historia judía, modales, algo de francés. La educación en las colonias de Entre Ríos y en algunas colonias de otras provincias (Santa Fe, La Pampa) estuvo a cargo de la Alliance hasta 1918 cuando fueron absorbidas por el estado nacional.
La muerte violenta del padre, el trauma que lo marca como hijo y la manera de reflejarlo en la literatura. ¿Puedo pedirte una reflexión al respecto?
La muerte violenta del padre a pocos meses de llegar a la Argentina y cuando Gerchunoff tenía 7 años marca al escritor. Es una muerte a la que él volverá una y otra vez en la literatura. Gerchunoff dice que el padre quería que sus hijos viviera en una sociedad libre, en una república y él decide cumplir esta promesa. En muchos de sus libros aparece esta muerte a veces referencialmente, a veces un poco oblicuamente.
Buenos Aires, el conventillo de la calle Callao y la necesidad de salir a trabajar a corta edad. ¿Hasta qué punto esta realidad gravita en la formación intelectual de Alberto Gerchunoff?
Después de la muerte de su padre, se marchan a Buenos Aires y se instalan en un conventillo de la calle Callao. Todos los hijos, incluso Alberto, que era el más chico y era adolescente tienen que salir a trabajar. Él hace trabajos manuales algunos tremendamente duros durante esos años. Siempre recordará esos años que son para él formativos en cuanto al reconocimiento de lo duro que puede ser la vida cotidiana para un obrera, una obrera. Ya casi a los 40 años después de haber trabajado en docenas de diarios y revistas y haber sido representante diplomático del gobierno argentino, consigna en su foja de servicios del diario La Nación que había trabajado como panadero, pasamanero, mecánico, cigarrero.
El deseo de ingresar al Nacional Buenos Aires; el sacrificio para lograrlo. Te pido un comentario acerca de ese pasaje de la vida del adolescente empeñado en superarse.
La infancia y la adolescencia de Gerchunoff son testimonios de las posibilidades que ofrecía la Argentina de principios de siglo XX. Gerchunoff era obrero, era pobrísimo pero sin embargo pudo entrar al mundo de la cultura a través de las bibliotecas y de las escuelas públicas. Tuvo solamente dos años de educación formal – uno en la escuela de la Alliance Israélite Universelle en Entre Ríos, otro en el Colegio Nacional de Buenos Aires – pero tuvo siempre acceso a libros. Leía en la biblioteca socialista de la calle México y ahí fue donde conoció a Roberto Payró, a José Ingenieros. A los 13 años el día que conoció a Payró en la biblioteca, éste lo invitó a acompañarlo a reunirse con Bartolomé Mitre, ex presidente de la nación y director del diario La Nación. Gerchunoff siguió siendo un asiduo lector de biblioteca. Hay cartas en el archivo que dan cuenta de cómo asistía a la Biblioteca Nacional a buscar libros sobre los más variados temas y en diferentes lenguas. Encontré en el archivo personal del autor alojado en la biblioteca del Instituto Ravignani de la Universidad de Buenos Aires cartas en las que Gustavo Martínez Zuviría como director de la Bibioteca le promete conseguirle libros del historiador judío Flavio Josefo quien documentó la historia judía en el primer siglo de la era común.
¿En qué momento despierta la vocación política?
Su vocación política está presente desde siempre. En 1898, a los 14 años es detenido por participar en una manifestación a favor e la independencia de Cuba y en contra del colonialismo español. En 1903 se afilió al socialismo y fue un militante comprometido. Luego participó en el Partido Demócrata Progresista y fue candidato a diputado. Además se enroló en todas las que consideró causas justas: la lucha de Sandino en Nicaragua, la República Española, defendió a la Iglesia católica en México durante la Revolución. Y tuvo una participación política muy intensa tanto en temas domésticos del país como en temas internacionales.
Hablanos de sus ganas de ser argentino. ¿Cuándo y cómo cumple ese deseo?
A los dieciséis años era un alumno excelente en el Colegio Nacional de Buenos Aires y su profesor de castellano Joaquín V. González se asombró de que alguien que amara tanto la literatura, que conociera fragmentos del Quijote de memoria y que escribiera tan bien en castellano no fuera argentino. Entonces él mismo lo acompañó a tomar la ciudadanía.
Los gauchos judíos. Su trascendencia. La crítica generosa y honesta de su amigo Payró y la de Miguel de Unamuno. Hoy un clásico de la literatura argentina. ¿Qué decir de ello y del telurismo en este caso??
Gerchunoff empezó muy joven a escribir unas viñetas sobre la vida judía en el litoral en el diario La Nación que fueron publicadas como libro en celebración del centenario con el nombre de Los gauchos judíos. El libro se transformó en best-seller inmediatamente. Era un libro optimista en el que el autor registraba su visión de Argentina como un país joven que iba a poder realizar todas las promesas de una república liberal, laica y moderna. Recibe aplausos en todos lados. Pocos pero muy sagaces lectores como Roberto Payró y Miguel de Unamuno se dieron cuenta de que el libro era demasiado optimista, que conflictos ya existentes eran obviados para pintar esta Argentina paradisíaca. Payró que era una figura paterna para Gerchunoff le pregunta concretamente dónde está el conflicto, dónde están las tensiones que llevaron al asesinato de su padre.
La Exposición Internacional de la Industria del Libro…El viaje a Europa. ¿Cómo se inscribe este acontecimiento en la formación intelectual de Gerchunoff?
Para Gerchunoff el viaje a Europa realizado entre los años 1913 y 1914 con toda su familia es un parteaguas. La mayoría de los intelectuales de su generación viajaban a Europa como parte de su formación pero para Gerchunoff este viaje hubiera sido imposible de no ser por el nombramiento como representante argentino en la feria internacional de libro de Leipzig. Pasó tiempo en Francia, en España, en Bélgica donde vivía su amigo Payró y también en Alemania. Sin dudas los destinos favoritos de Gerchunoff fueron París donde conoció a Marcel Proust y a Jean Jaurès. En París asistió a tertulias literarias y caminó por la ciudad hablando de literatura con Rubén Darío, Leopoldo Lugones y Payró. Y en España disertó sobre el Quijote, recorrió las juderías de Andalucía, conversó con los intelectuales más importantes de la época en Madrid y Barcelona. Allí empezó su amistad con Valle Inclán, con Unamuno.
Borges, Mujica Lainez y tantos otros opinando sobre este intelectual judío que dio que hablar.
Borges decía que Gerchunoff siempre tenía la palabra justa. Eran amigos, muy amigos a pesar de hacer estilos de literatura muy diferentes, provenir de extracciones de clase muy diferentes y tener vidas tan distintas. Con Mujica Laínez compartía escritorio en el diario La Nación y eran muy amigos, amigos cercanísimos. Me contó Tulio Halperín Donghi que los llamaban “el matrimonio de La Nación” en una referencia oblicua y homofóbica a la homosexualidad de Mujica Laínez.
En los años de Guerra, nuestro hombre se pronuncia contra Alemania y se mantiene firme en tal postura criticando, desde todas las tribunas posibles, la neutralidad del gobierno radical.
Gerchunoff se pronuncia muy temprano contra la primera guerra mundial y critica muy fuertemente al radicalismo por su neutralidad que él considera criminal. A partir de la derechización que implica el golpe militar del `30 en la Argentina y del surgimiento del fascismo y el nazismo en Europa, Gerchunoff deja de escribir ficción casi por completo y se dedica a denunciar la derechización tanto en Europa como en nuestro país. Va a rechazar honores como el nombramiento a la Academia Argentina de Letras, invitaciones a disertar en Italia, a visitar países donde gobernaban gobiernos totalitarios. Durante la segunda guerra militó en organizaciones antifascistas, escribió en Argentina Libre y Antinazi y dedicó su vida a la denuncia, a lograr que Argentina le declarara la guerra el eje, que aceptara refugiados, que recibiera niños huérfanos. Lamentablemente todo su trabajo fue en vano, como sabemos. Después del final de la guerra, ya muy enfermo hizo campaña por todo el continente para lograr los votos de los países latinoamericanos a favor de la creación del estado de Israel al que él imaginaba como un estado laico donde convivieran judíos y árabes.