El Baúl Transparente es el primer proyecto como curadora de Malena Low. Biografías a partir de objetos, recuerdos, inventos o cualquier vestigio íntimo que narre no sólo al creador, sino su vínculo con quien rescató la obra. Arte doméstico, obra que se constituye en sus vínculos familiares. La inauguración será el 28 de febrero en Pasaje 865, San Telmo.
¿Qué es El Baúl Transparente?
El Baúl Transparente es mi proyecto, que empieza con esta muestra y no sé en qué va a derivar. Haciéndolo me di cuenta que es una idea infinita. Es sobre arte familiar. “Arte familiar” le digo yo para abreviar un montón de cosas que pasan, pero obviamente le queda chico. Me di cuenta de que todos tenemos algún familiar que haya hecho alguna producción, o que tiene algo ahí, recóndito, en algún armario. La muestra se trata de desempolvar, mediante lo que llamo, a partir de Gumier Maier – concepto que rescatan Santi Villanueva y Juan Laxagueborde – curaduría doméstica. De hecho Santi va a hacer el texto de sala.
¿Cómo es tu relación con el trabajo de curaduría?
Es casi arqueológico, una recuperación de reliquias. También es meterme en la intimidad de la gente. Es un poco benjaminiano: esto de ir tras un objeto cotidiano pero también extraordinario: algo particular que deja ver la vida de una persona en un contexto histórico. Me transformé en curadora en estos últimos dos meses, me di cuenta de que es increíble, me está encantando. Esta muestra, de todos modos, es muy especial.
¿Cuál fue para vos el criterio de selección de obra?
Lo familiar es una excusa para acercarme a producciones que están muy ligadas a las biografías y una forma de curar a través de los vínculos. Está el objeto, pero tiene que explicarse a través de la vida. Es bastante post autónoma la muestra. Los artistas son muy anónimos. Incluso yo les digo artistas, pero están entre ser y no ser artistas. Se trata de acceder a una sensibilidad que a veces se parece más a ver a un artista sin obra o a una obra sin la figura de artista. A veces es otro el que señala y dice que “eso es genial, o arte, o valioso”.
¿Qué tipo de obra se va a poder ver en la muestra?
Hay de todo, desde una colección de uñas, pinturas, cerámica, un disfraz, estampillas, bocetos de azulejos, grabados, poemas, libros de ensayos, una silla, platos, ofrendas que le hace una madre a un hijo. Es muy heterogénea, el día de la inauguración va a haber un video también, una charla que va a dar Juan Laxagueborde, un crítico y amigo, sobre su papá. Es sobre lo que Juan llama un señalamiento, como dice Vigo, el artista argentino, que en vez de museificar lo que a él le parecía arte, señalaba y todos iban a ver aquello que le parecía. Me gustaría que pueda tener también el formato de excursión hacia la casa de alguien y ver la obra in situ, porque me empezó a pasar que tenía que ir a conocer a la abuela de alguien, por ejemplo. Un día fui a lo de una sefaradí hermosa que me cocinó unas masas judías; y su casa era un museo de ella misma. A veces había que revolver un cajón, era ir a desempolvar cosas que estaban archivadas; y otras como esta señora que tenía un museo de sus propias obras. Aparte hay mucho de esto: una mujer que enviuda y empieza a producir, mucho jubilado que empieza a hacer después de jubilarse. Hay también artistas con obra única. No son artistas profesionales para nada. Son artistas casuales. Y se trata también de recuperar ese tipo de producción, desde lo amateur, lo doméstico, lo que es para uno, lo medio maniático también… y que no buscan legitimación. La consigna de la convocatoria era que no haya sido legitimado por ninguna institución, ningún festival, ningún museo, lo más parecido a algo legitimado son estampillas, porque lo ampara la institución del Correo Central y lo emitía la Casa de la moneda. Pero en general son producciones muy por fuera de los circuitos del arte. Para casi todos, es la primera vez que exponen algo, salvo uno que es artista visual, pero expone él con la familia, exponen mamá, papá, hermana, él. Son cuatro cuadros muy parecidos, la composición tiene una variación interesante y se ve en la constelación familiar.
¿Cómo vinculás esta muestra a tu recorrido personal?
Mi formación es en Letras. Tengo algunas crónicas y ensayos publicados. Me interesan mucho las biografías y lo que es no ficción. Creo que esto tiene un poco de eso, algo que está entre la ficción y lo documental, porque también son obras que son documentos. Eso me resulta importante, se mezcla el que sean obras de arte, pero a la vez documentos de una época, de una forma de vida y también son archivo familiar, lo que cada uno conservó como valioso en una familia. Hay muestras de bordado, que cuando se hicieron no fueron pensadas como algo artístico. Hay inventores, como el que inventó la silla electrónica para subir y bajar escaleras; los planos del invento forman parte de la muestra. Es la historia de un árabe que se casó con su hermana en Salta. Al inventar esto pasan de la pobreza a la riqueza y él empieza a gastar mucho mientras que su hermana y mujer, Flora, le pedía que parara porque en ese momento el invento era un boom pero iban a volver a la normalidad. Él entonces le rompía billetes en la cara mientras le pedía que lo dejara disfrutar y ella, cuando él se iba, empalmaba cada billete. Así que junto a los planos está la obra de ella, que en este caso es una reproducción mía. Así, cada biografía es un mundo, es tan importante la biografía como la obra y por eso van a estar acompañando las obras en cada caso. En algunos no sé qué me gusta más, si la obra o la biografía. Y van juntos porque también se trata de acceder a ciertas subjetividades que no siempre están autorrepresentadas. Hay un poema de un nene de diez años que, en un contexto turbulento familiar, deja una huella de ese contexto, que es este poema-composición producido en un colegio de monjas. Hay otra bordadora, de Carcarañá, que bordaba palabras para aprender a escribir y a leer. En este sentido hay algo muy federal, hay obras de la Ciudad de Buenos Aires pero también hay localidades del conurbano, del norte y sur del país. También me llegó obra de San Pablo y de Nueva York.
¿Cómo empezaste con la compilación del material?
Empecé en el velorio de mi tío, que murió a fines de septiembre de 2018. Mi primo me dice: “Ay, José, te acordás que tenía un frasco de uñas de toda su vida…” Yo pensé: “que se repartan la herencia como quieran, pero yo quiero el frasco de uñas”. Paré el velorio, fui a donde estaba mi abuela, le dije que quería el frasco. Finalmente no eran de ese tío, sino del hermano que vive en Madrid. Lo tuve que buscar mediante un amigo que estaba viajando. No estaba el frasco – y esa es otra historia – pero le dije que me hiciera una réplica.
Estos dos últimos meses fueron intensos, aparte viví la apertura de miles de mundos: Ir a una casa, hacer que encuentren algún documento del que me hablaron.
Ahí en el mismo velorio dije “yo voy a hacer una muestra con todo esto”. Me acordé de una carta que mi abuelo le escribe a una computadora en el 86. Son momentos excepcionales en la vida de gente normal, o vidas completamente fascinantes sin dejar de ser personas comunes, trabajadores de la clase media que todo lo que hacen es dentro de la casa, y a su vez, como un museo.
Desde la curaduría y el proceso de investigación veo que todo lo que está ahí me fascina, lo pondría en mi cuarto, no sé hasta dónde es mi estilo y hasta dónde el de ellos, porque me empecé a identificar mucho con cada uno. Esta muestra abre la posibilidad de identificarse con subjetividades con las que no necesariamente te identificarías: un padre soltero, una jubilada, un niño: no siempre uno con la misma clase de uno, con el mismo círculo pequeño de gente, de producciones, de sensibilidades. Me topé con una feminista cercana a las ideas de la tercera ola, ochentas, noventas, que circuló por lugares icónicos que hoy son importantes para la movida LGBT en Nueva York. Leía en bares de mujeres y lesbianas. Me lleva a pensar en lo importante que es la posibilidad de identificarse con alguien que no es célebre.
Al mismo tiempo, me interesa mucho el hecho de que son personas que están haciendo algo porque les causa mucho placer, para sí mismas o un vínculo cercano, un regalo. Pienso en esta idea de Aira en relación a Copi: “no hay un modo difícil para llegar a ser artista”. Lo son y a la vez no, en un sentido profesional. Después también hay libros que se publicaron, pero son tiradas muy chicas, difíciles de conseguir, no circulan. Lo pienso más como un muestrario que como una muestra, un muestrario de la gente, de lo que se puede hacer sin necesitar mucho. Las convocatorias en general son elitistas, porque su sentido es dejar gente afuera, y dan la sensación de que hay que tener recorrido para mostrar, o tener los medios de producción. Acá lo que se muestra son obsesiones o sabiduría de taller de barrio.
Podés conocer más sobre el proyecto en @elbaultransparente.