Al Ewing se hace cargo del relanzamiento del gigante marveliano y con Immortal Hulk se tira de cabeza al género terror.
Parece ser un hecho que cuanto más rígidas las reglas narrativas, más brillan quienes se animan a romperlas. Funciona con los géneros y por supuesto, funciona con los personajes.
De toda la factoría Marvel el personaje más endemoniadamente estático tal vez sea HULK, y justamente es de quien más se han celebrado las etapas que lograron correr al coloso esmeralda de su inamovible camino de destrucción: “Hulk smash!!!”.
La última gran aventura, enorme como el personaje mismo, fue Planet Hulk, escrita por Greg Pak en 2006 (¡sí señor, ya han pasado 13 años y parece que fue ayer!). En dicho arco narrativo el gigante furioso era desterrado de nuestro planeta por el grupo conocido como los illuminati (Dr.Richards, Tony Stark, profesor X, Namor, etc…), lanzado al espacio hacia un planeta habitable pero no poblado. A fuerza de golpes Hulk modifica el curso de navegación del cohete, que encalla en un mundo plagado de feroces guerreros, en el que escala posiciones hasta convertirse en regente, se enamora y deja embarazada a su esposa.
El hecho de que este hito en la narrativa del personaje se haya mantenido presente hasta el momento se debe, no sólo al impacto (que ha sido enorme) sino también a su permanencia reciclada en subtramas, adaptaciones a la animación e incluso a las superproducciones cinematográficas MARVEL si contamos con que buena parte de Thor: Ragnarok (Taika David Waititi 2017), está basada en esta saga.
En esta última década un buen seleccionado de artistas se ha sucedido tomando las riendas de la cabecera para ofrecer su visión de la criatura, pero autores de la talla de Loeb, Aaron y Waid nos dejaron con un puñado de aventuras más o menos divertidas, pero ninguna realmente memorable, tal es así que (alerta de spoiler) la segunda guerra civil marvelita dejó como saldo el cadáver del buen doctor Banner con una aeroventila abierta de esfenoide a esfenoide por el arquero Clint Barton.
Es entonces cuando entra en la cancha el guionista británico Al Ewing para traer, aparentemente, un nuevo momento de grandeza a una cabecera ahora titulada The inmortal HULK.
Al Ewing ha desarrollado la mayor parte de su carrera en la prensa pequeña y en 2000 AD para luego saltar a La casa de las ideas, en donde trabajó para cabeceras tales como Loki, The Defenders, The Ultimates y algunos proyectos relacionados con los vengadores, pero con el coloso esmeralda ha llegado su momento de brillar.
Hulk ha muerto, o más bien el Dr. Banner, pues en un giro hacia el horror, la noche trae al monstruo de vuelta (parece que no es factible aniquilar a la bestia). El cadáver de Banner desaparece, lo que alerta a las autoridades gubernamentales, que empiezan una nueva persecución.
OR IS HE BOTH?
En la tradición más fiel al personaje, el no muerto Banner comienza a vagar por los pueblos de la América profunda, muriendo sin morir una y otra vez y resurgiendo por las noches en su colorido némesis, que esta vez no es un gorila descerebrado sino una perversa versión lúcida, desatada y violenta pero a la vez moralizante, como los grandes monstruos de antaño.
Lo más interesante de esta encarnación es que, así como lo cortés no quita lo valiente, Ewing consigue innovar sin romper la lógica del personaje y su universo.
El derrotero del coloso lo acerca a la estética de los viejos comics de terror de la EC, cruzándolo con otras variaciones mostruosas y dolidas de sí mismo, mientras que con sus excesos pone en su huella tanto a la periodista Jackie McGee, como a Walter Lagkowsky, más conocido como Sasquatch, miembro del grupo canadiense Alpha Flights (otro monstruo generado por los rayos gamma).
De su confrontación final con Sasquatch surge la revelación de que hay una verdad oculta en su retorno y una voz del pasado regresa para atormentar a nuestro protagonista.
THE GREEN DOOR
En el segundo volumen de la colección Ewing intercepta de lleno el universo Marvel y demuestra que puede sostener con solvencia el tenor de la saga y el género en el que ha decidido sumergirla (y el lector se pregunta: ¿Cómo no se le ocurrió a nadie antes?)
El coloso esmeralda termina colisionando con los Vengadores en una batalla cruenta como pocas veces se ha visto. Con el pragmatismo político que lo caracteriza Iron Man decide utilizar medidas extremas aniquilando una vez más al personaje, cuyo cadáver es desaparecido por un grupo gubernamental encubierto y sometido a impiadosas torturas (de echo es desmembrado y guardado en trozos conscientes en grandes frascos.
Carol Danvers, la Capitana Marvel, dirige una búsqueda alterna del cadáver con unos Alpha Flights renombrados como Gamma Flights.
Para cuando HULK consigue su libertad, en una escena abrumadoramente escatológica, el equipo de Danvers le pisa los talones y el ejército suelta a un Carl “Crusher” Kreel, también reconfigurado desde el horror, para darle caza.
Hulk retorna al espacio que lo viera nacer como llamado por una manifestación de la fuerza Gamma. Allí se da una confrontación gore que culmina en la apertura de un portal hacia otra realidad.
HULK IN HELL
“¿Qué es el infierno?” Nos pregunta Ewing en la primera viñeta de este tercer volumen.
“No es un lugar” afirma, “Infierno es la ausencia de Dios”, “No el ateísmo. Una cosa no puede estar ausente de donde nunca estuvo”, “Para estar verdaderamente ausente, Dios estuvo una vez presente. Dios debe tener una cara, para apartarla de ti.” “¿Pero hay otra cara que te mira cuando Dios se ha ido?” “¿Dios tiene una sombra?” “¿Dios tiene un Hulk?”
El guionista se arroja de cabeza a un horror mucho más profundo que linda entre la escatología del terror religioso y el horror cósmico de Lovecraft.
Un Hulk de pesadilla que, no obstante, es el de siempre, el que siempre fue o al menos el que siempre debió haber sido.
Joe Bennett, el encargado del apartado gráfico de la mayoría de los números que conforman esta nueva etapa acompaña con eficacia el guion logrando momentos nauseabundos, sin abandonar la atmósfera densa y ocasionalmente melancólica ni flaquear en las escenas de acción.
A los 57 años Hulk parece estar en su mejor momento.