Cuando un hambriento lobo recibe la insperada visita de una pequeña oveja, empieza a pensar en un delicioso estofado. Pero la ovejita no quiere ser la cena del lobo, quiere ser su amiga…
El lobo hambriento y el pequeño cordero son personajes icónicos, protagonistas tanto de parábolas bíblicas como de infinidad de relatos infantiles (incluso nosotros ya hemos comentado alguno en éstas páginas), lo interesante es la potencialidad narrativa que la extraña dupla tiene para enfrentar a sus lectores con conceptos centrales tanto en la constitución de una filosofía personal como centrales en la vida social.
En esta oportunidad el sello Beascoa nos trae un trabajo realizado por Steve Smallman y Joëlle Dreidemy para los más pequeños, de tapa dura y páginas acartonadas, pero de arte y conceptos fluidos.
La historia nos centra en la calefaccionada cabaña del lobo, en un gélido invierno. El feroz personaje piensa obsesivamente en lo cansado que está de sobrevivir a sopa de verduras cuando una pequeña oveja, tiritando de frío, llama a su puerta pidiendo asilo.
Obviamente la primera intención del predador es retenerla para convertirla en su cena, aunque por diferentes motivos termina postergando su decisión y apiadándose del pequeño animal. Pero no es fácil la puja contra su propia naturaleza. En definitiva, él es un gran predador y ella una pequeña presa…
Siempre minúscula, la tolerancia (ese concepto tan pequeño y tan de moda hace algunos años) se acaba pronto, entonces el lobo decide echar a la ovejita al bosque congelado. Recién al enfrentar nuevamente su soledad comienza termina considerando a la oveja como un igual y sale a buscarla espantado de las amenazas a las que la puede haber enfrentado en medio de la noche helada.
Para el final del relato la extraña pareja ha logrado integrarse.