Hace no demasiado, en un almuerzo, un querido amigo me dijo:
-Vivimos en un país donde si yo tengo un cáncer leve, ponele de próstata, y un rico tiene el mismo cáncer, yo me muero y él no, porque yo tengo mi obra social de mierda y él se puede pagar una buena prepaga o medicina privada.
Más allá de las disquisiciones acerca de la pertinencia de los servicios privados de salud o educación (que en países muy desarrollados directamente no existen), me pareció uno de los mejores resúmenes de los tiempos que nos tocaron vivir (no solo en nuestro país, sino en el mundo: el mismo ejemplo es aplicable en casi cualquier latitud). Las desigualdades aumentaron notoriamente luego de un período inverso tras la Segunda Guerra Mundial, y es justamente ese intervalo en la eternización de la Edad Media lo que hace que ahora resulte llamativo que las desigualdades imperantes implican ni más ni menos que una persona se cure o se muera de una enfermedad. Vivimos tiempos no solo de desigualdad, sino de conciencia acerca de ella. Es cierto que como siempre la mayoría parece aceptarla como algo dado (ya sea porque la religión promete un futuro venturoso tras la muerte, ya sea porque la política dice que va a solucionar algo que le resulta imposible enfrentar porque implicaría ir contra sus fuentes de financiamiento), pero también lo es que cada vez es más frecuente encontrarse con alguien que descubre el velo de lo innombrable: vivimos en democracias supuestas donde algunos poseen derecho a vivir y otros no.
El arte (o debería decirse los artistas) siempre es termómetro del tiempo de gestación de la obra. No es casual entonces que la película más nominada al Oscar este año (Joker) y el film que en nominaciones consigue ser la sorpresa de la temporada porque pese a ser hablado en coreano también se cuela entre los candidatos a mejor película (Parasite) hablen de lo mismo, aunque con historias, tramas y tonos muy distintos: la desigualdad imperante y el cóctel explosivo que ello implica. Es decir: si algunos merecen vidas dignas y otros no, tarde o temprano los condenados se darán cuenta de que pueden enfrentarse a esa situación e irán por lo que creen merecer (y que, en lo personal, aclaro por honestidad intelectual, creo que les corresponde).
Bong Joon Ho posee una filmografía envidiable, de esas que constituyen una obra: no importa cuál sea la excusa narrativa, en el fondo el director coreano decide hablar del mundo en el que le tocó vivir. Con claras adscripciones a los llamados (bien o mal, material de otro debate) géneros menores como el policial (obras maestras como Historia de un asesinato o Madre), o la ciencia ficción (Snowpiercer) o el terror (la brillante The Host), Bong Joon Ho siempre da cuenta por medio de la sátira (una sátira donde suele abundar el humor negro) de las injusticias y absurdos de su Corea del Sur natal, y con ello, como todo gran artista, logra reflejar el mundo. Lo que muestra de su país no posee demasiadas diferencias de Argentina, o de Inglaterra, o de un país africano.
Parasite se centra en una familia de lúmpenes que viven ocupando una vivienda (y colgándose de la luz y del wifi ajeno) que se inunda si llueve mucho. Cuando el hijo mayor consigue, de casualidad, trabajo como profesor particular de una familia adinerada, comienza un efecto dominó: eliminar a quienes ya trabajan para la familia, y reemplazarlos por los integrantes de la propia. Integrarse, y usurpar. La familia víctima parece vivir en una nube de flatulencias, y no capta lo que ocurre delante de sus narices, más ocupados en explotar a los demás (el padre de familia) o en consumir cualquier cosa que esté a su generoso alcance (la madre).
Lo interesante de Parasite es que ya desde el título deja en claro una incomodidad: cómo se suele ver a los descastados en nuestras sociedades, como simples parásitos que desean vivir de lo ajeno. Lo brillante de Parasite es que deja en claro que esos parásitos poseen voluntades, y en determinado momento pueden llegar a pedir lo que creen que merecen. O no siquiera pedirlo: agarrarlo.
Y la violencia, entonces, será inevitable. Como siempre lo fue.
Parasite
Título original: Gisaengchung
Dirección: Bong Joon Ho
Guión: Bong Joon Ho y Jin Won Han
Elenco: Kang-ho Song, Sun-kyun Lee, Yeo-jeong Jo y otros
Año: 2019
Origen: Corea del Sur
Se estrena en Argentina el 23 de enero
Disponible en torrent