Fotografía de portada: Alejandro Meter
Cómo esconder un elefante
Es igual a un poeta
solo un poco más grande
Visto de cerca
es macizo
Pintado a lápiz
Inocultable en su propia torpeza
¿Para qué sirve un elefante?
Es igual a un poeta
No sirve para nada
Inútil de tan gris
Un mamífero sólido
La conciencia del mundo
Una montaña que anda
certera y convencida
de su porte imponente
de sus debilidades
Cada quince minutos
alguien mata a un gigante
A este ritmo asesino
en pocos años
África quedará huérfana
de su memoria prodigiosa
No azotará la tierra
el tremendo retumbar de sus patas
Imposible salvarlo de las balas
Solo puede ocultarse un elefante
en una manada de parientes
Con el último caído
el motivo trivial del exterminio
se esfumará de golpe
El marfil de sus cuernos
será apenas recuerdo
en collares y adornos
La codicia es más grande
que cualquier elefante
Sin la bestia suprema
nada será lo mismo
Estaremos más solos
que cuando éramos niños
y un bicho de ese porte
podía balancearse
sobre la tela delgada
de un poema.
El tiempo no viene como antes
Todo era más lento
Las gambetas
El camino a tu boca
Los almuerzos familiares
El último cigarro
La siesta obligatoria
El tiempo nos perdía
y ni nos enterábamos
Había trenes a cualquier sitio
Parientes lejanos
Misterios sencillos
Películas en continuado
Verdad sin consecuencia
Vermú del mediodía
La nostalgia era un veneno
apenas conocido
Mi amor se sellaba en un beso
El futuro
quedaba en el futuro
Nadie se moría de improviso.
Lengua sucia
Áspera
y malvada
Lista para la esgrima
Carnal
Letal
Un bisturí
Lame y lastima
No responde al cerebro
Ni la contiene el paladar
Inflamada
Afeitada
Insumisa
Músculo carmesí
Manantial de blasfemias
Quiero ver quien se anima
a lidiar con su afán
A bañarse en el néctar
de su oscura saliva.
Mi hermana estaba loca de niña
No es una presunción
Su estado mental osciló siempre
entre la maravilla y el delirio
Ya estaba loca
cuando caminaba en puntitas
por el filo de la cornisa
ahuyentando palomas
con su risa filosa
respondiendo a preguntas simples
con monólogos desconcertantes
Era el revés de un estado de gracia
lloraba en las funciones de circo
rechazaba las caricias y el helado de fresa
Al principio mis padres estaban perturbados
por su cara malvada
y sus mordiscos salvajes
después se acostumbraron
Por entonces ignoraba mis pasos por la casa
y prefería jugar con gatos vagabundos
Ya estaba loca
cuando le dijo a una monja
del colegio donde estaba pupila
que tenía labios hermosos y sensuales
cuando bailó sobre el techo
del auto del profesor de química
que la había aplazado
a ella que sabía de pociones y mejunjes
más que nadie
a ella que curaba el empacho
y la culebrilla
con sólo persignarse en gesto displicente
Ya estaba loca
cuando parió a sus hijos
en medio de la guerra
y el cielo presagiaba atrocidades
Con el tiempo
los hombres le surgían con cada
movimiento de cadera
Y cada cuatro años se le caían
de los hombros
Una vez hasta la interrogó la policía
–¿Qué hace de sus maridos? –le preguntó el agente
–Creo que se vuelan, son demasiado leves –dijo
Ya estaba loca
cuando subió un día de abril a un escenario
y exclamó como Marilyn: aquí me quedo
Pasaron los años como flechas de seda
y la tipa allí
inmóvil como un sueño
con su nombre brillando en la invisible marquesina
Ya estaba loca
cuando comenzó a dialogar con los muertos
y exhibió esa fraternidad
que sólo tienen las almas
imposibles de conmover con prebendas
y absoluciones
Ahora discute con Dios
prepara pescado con cerveza
y reparte su tiempo haciendo milagros pequeños
y obras de teatro
Cuando se lo reclaman a viva voz
cura a los enfermos
La piedad le sienta muy bien
como un vestido rosa que tenía
y ahora no recuerda
Pero no todo es un suave deslizarse
también distribuye maldiciones
Para mí multiplica el vino de las fiestas
inventa historias
y ha logrado a fuerza de sermones
corromperme
para que cuente sus hazañas.