Tanto Los tres cabellos blancos como El príncipe de las ardillas, las dos novelas gráficas que conforman el volumen editado por Norma bajo el título de Sortilegios y malas artes, abrevan en el proceloso río del cuento tradicional folclórico, en esas narraciones primigenias en las que la oscuridad no aparecía matizada ni diluida para consumo infantil sino que justamente tomaban el riesgo de componer un virtual camino iniciático con todos los tropiezos posibles con motivo de formar eficientemente al escucha en la crueldad del mundo y las sociedades que alumbramos.
En el primero de los relatos una princesa enamorada de sí misma, de su imagen, está dispuesta a hundirse en el núcleo concupiscente del deseo de la bestia para preservar su figura. Un rey déspota mutila las bocas de todo su feudo con tal de evadir las habladurías del vulgo. Un mago perverso está dispuesto a entregar a su hija al bestialismo para lograr su lugar en el reino, pero el heredero al trono sólo disfruta entregándose al incesto.
El príncipe de las ardillas narra la historia de Roufol, una ardilla macho tullida que, víctima de distintos abusos, termina haciendo amistad con una enana hija de un boticario brujo. Su vida da un vuelco hasta que la enana es raptada por un sanguinario ogro que, apoltronado en su castillo contrala la comarca mientras custodia su tesoro escondido. Roufol acude al hechicero para salvar a su amiga y va a tener éxito en su plan. La enana, su amor, podrá escapar del castillo junto a él, convertida en ardilla, pero también va a desairar sus sentimientos eligiendo como pareja a otra ardilla macho. Dolido y emasculado Roufol caerá en una espiral de locura que lo terminará convirtiendo en un tiránico señor feudal empecinado en una ordalía de sangre de la que sólo podrá ser rescatado por el sexo.
LOS AUTORES
Estas dos fábulas oscuras y de moralejas amargas debían estar, necesariamente, firmadas por dos talentos del noveno arte, y es que todo aquel que, por muy poco, se haya adentrado en la BD conoce el nombre de Yann, el guionista de estas dos historias.
Nace en 1954 bajo en nombre de Yannick LePennetier en Marsella y en el 75 comienza a trabajar en el semanario Spirou, luego de haber pasado por la universidad de arquitectura y por la de comunicación visual y audiovisual. Su primer éxito será la serie Les innommables, que firma con el seudónimo de Didier Conrad. En la década de los 80 Yann se convertirá en uno de los autores más prolíficos del panorama franco-belga abordando todos los géneros y estilos, colaborando con ilustradores como Marc Hardy (Les libellules; Lolo et Sucette), Frank Le Gall (Yoyo; un episodio de Theodore Poussin), Yves Chaland (varios episodios de Freddy Lombard), Yslaire (el primer episodio de Sambre, con el seudónimo de Balac), Edith (Basil et Victoria), François Avril (Le voleur de ballerines), Laurent Verron (Odilon Verjus), Denis Bodart (Céléstin Speculoos; Nicotine Goudron; Chaminou), Olivier Neuray (Nuit Blanche), Louis Joos (O.A.S.), Félix Meynet (Les Éternels), Fabrice Lamy (Colt Walker), Wozniak (Chasseurs d´étoiles), Simon Léturgie (Spoon & White), Bercovici (Léonide et Spoutnika), etc. Tomando el relevo de Greg, ha guionizado asimismo los álbumes de Marsupilami, el mítico personaje de Franquin, ilustrados por Batem, además de colaborar con Morris –con el seudónimo de Pearce- en un álbum sobre la infancia de Lucky Luke, Kid Lucky, tras lo cual ha creado otro western humorístico con Conrad, Cotton Kid.
En 1994 lanza una de sus series más aclamadas, Pin-up, ambientada en la América de los años 50, ilustrada por Berthet y editada por Dargaud. Con el mismo dibujante y para la misma editorial, en 2004 presenta la serie de ciencia-ficción Yoni.
En los últimos años Yann se hizo cargo de tomar las riendas del clásico Thorgal en sus continuaciones y ha sido responsable de varias de las mejores viñetas bélicas de estos años con Mezek y Doble 7 junto a André Juillard; El piloto del Edelweiss, El gran Duque y Angel Wings junto a Romain Hugault y Diente de oso junto a Henriet.
El apartado gráfico corre por cuenta del ya fallecido humorista gráfico e ilustrador belga René Hausman (Verviers, febrero de 1936 – abril de 2016) quien supo abordar como nadie el mundo natural y el universo feérico motivos que justamente destacan en éste álbum.
Durante su vida Hausman tuvo reiteradas colaboraciones con su amigo Pierre Dubois realizando las ilustraciones de obras como Laïyna, El Gran Fabulario de la gente pequeña (Grand Fabulaire du Petit Peuple) y la L’Elféméride. También con Pierre Dubois, y junto a Cenvint y Mako realizó las ilustraciones del libro escrito por Dubois de inspiración anarquista Chroniques du Nord Sauvage y fue miembro del periódico contrainformativo influenciado por Mayo del 68 Le Clampin Libéré.
De 1959 a 1973, bajo los títulos de Bestiario, La naturaleza u otros, centenas de animales fueron estudiados por los lápices de Hausman. En el periódico Le Journal de Spirou ilustró también noticias, fichas pedagógicas, suplementos, cuentos.
En 1983 firmó el Manifiesto por la cultura de Valonia.
En 1998 obtuvo, por el conjunto de su obra, el premio «Grand Boum-Caisse d’Epargne».
En 2008 creó una pequeña editorial llamada Luzabelle.
El 22 de septiembre de 2012, la Escuela Fundamental Autónoma de la Comunidad francesa de Heusy hace un cambio de nombre , pasándose a llamar Escuela Fundamental René Hausman.
El 28 de abril de 2016 el ilustrador fallece por una insuficiencia cardíaca.
EL VOLUMEN
Sortilegios y malas artes contiene, aparte de ambas novelas gráficas, un dossier con textos originales de Hausman y dibujos realizados por él durante el proceso de creación de las obras.
Una lectura recomendada para todo lector adulto que quiera recuperar el asombro y el temor de los cuentos de infancia.