CRÍMENES PRETÉRITOS | Entrevista a Mercedes Giuffré

Mientras el doctor Samuel Redhead, miembro del protomedicato del Río de la Plata, amenaza ya con convertirse en parte del elenco estable de los grandes personajes de ficción de las letras nacionales, pudimos dialogar brevemente con Mercedes Giuffré, la mente maestra detrás de tanto crimen pretérito.

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¿Por qué el virreinato?

El virreinato pero en su etapa final. Quiero indagar cómo se formó nuestra conciencia independiente. Cómo empezó todo. Quiénes somos.

¿Cómo nace la figura de Samuel Redhead?

Hace unos años estaba preparando una clase en el café de la vuelta de casa, como lo hacía entonces cada mañana. Y mientras trabajaba, tuve una visión que me paralizó. Era la imagen de este hombre tan particular, honorable y recto, en tensión consigo mismo y en busca de su identidad. Tuve que dejar lo que estaba haciendo y ponerme a escribir. Y de esas primeras líneas fue surgiendo el esbozo de Samuel, que es un nombre musicalmente similar a Manuel que es como se llamaba mi abuelo gallego. Samuel Redhead tiene elementos de él, a quien quise mucho, pero también vestigios de mis lecturas y características mías. Desde aquella mañana que apareció en mi vida no volvimos a separarnos.

¿Sabías que el personaje de Sherlock Holmes estaba basado en un médico?

Sí, lo sabía. De hecho, soy lectora de Conan Doyle desde los once años.

La parte escocesa de Redhead es un tributo a Sir Arthur, quien como él era médico egresado de la Universidad de Edimburgo. De hecho, Conan Doyle se inspiró en un antiguo profesor suyo para crear al personaje de Holmes.

¿Cómo encaraste la reconstrucción histórica de la época?

Primero leí mucho, todo lo que pude sobre las invasiones inglesas hasta el momento en que me puse a escribir Deuda de Sangre, que es la primera novela de la serie de Redhead. Y después seguí investigando mientras escribía. No solo documentos historiográficos, sino también libros de arqueología urbana, artículos de todo tipo relacionados con aspectos de la época: condiciones de vida, alimentación, situación de la mujer, iluminación, policía, etc. Visité casas coloniales y tomé nota mental de los olores, los colores, las características del mobiliario, el suelo, las paredes… Recorrí museos en busca de objetos, ropa, retratos y demás elementos para describir en la narración. Te diría que me trasladé mental y físicamente a esa época, como si hubiese viajado en el tiempo. ¡Incluso quise probar lo que se comía entonces!

La investigación me llevó cuatro años. Y al comienzo no tenía claro qué iba a surgir de ella. Redhead apareció a mitad de camino. Después supe que él no iba a acompañarme en una sola novela sino en una serie. Es un personaje muy intenso que vino para quedarse. Eso no significa que yo deje de escribir otras cosas. De hecho, estoy terminando una novela ambientada a comienzos del siglo XX. Porque cuando concluí la redacción de El peso de la Verdad (la segunda de la serie de Redhead, que salió a la venta en febrero de este año) necesitaba descansar de mi personaje, por lo que me puse a escribir algo completamente distinto. También un policial histórico, pero con un protagonista que está en las antípodas.

 

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Antes de abordar la saga Redhead te abocaste a investigar el fenómeno de la narrativa histórica nacional, publicaste el ensayo En búsqueda de una identidad: la novela histórica en Argentina. ¿En qué te sirvió dicha investigación a la hora de encarar tus propias ficciones?

Me sirvió para comprender el fenómeno desde otra perspectiva y tomar conciencia de los recursos con los que cuenta el escritor de este tipo de obras. La novela histórica, cuando es seria, puede rescatar las voces silenciadas por los documentos escritos, rescatar las figuras olvidadas, reivindicar a las mujeres, los niños, los esclavos, los indios que rara vez fueron tomados en cuenta al contar las grandes y las pequeñas gestas. En definitiva, te permite repensar el ideario y los mitos.

La novela histórica como género carga con cierto desprecio por parte de la intelectualidad, sin embargo tus novelas no parecen estar mancilladas por este preconcepto, ¿a qué lo atribuirías?

Creo que el descrédito de la novela histórica se generó en un momento en que sobreabundaban este tipo de obras y algunas estaban escritas sin una buena apoyatura. El lector advierte ese detalle. No basta con brindarle una historia bien contada, sino también bien ambientada y con profundidad literaria.

Por otro lado, creo que el prejuicio también existe con el policial y tiene que ver con el descrédito general de la literatura mal llamada “pasatista”. El problema es que se confunde lo auténticamente popular con lo pasatista. Yo aspiro a crear un personaje o una historia que sean populares a la manera en que lo hacían Dickens, Galdós o Dumas. Aspiro a entretener al lector. Pero además, como ellos, quiero dejarle algo que tenga valores estéticos y un pensamiento de fondo. Quiero indagar en nuestras raíces como nación, en nuestra identidad, y en la naturaleza humana. Intuyo que por esto mis novelas han sido bien recibidas.

¿Consiguió Redhead cruzar las fronteras del país? y si es así, ¿cómo fue la acogida de la saga en el extranjero?

Este año se publicará Deuda de Sangre en España. Para mí es una alegría inmensa y tengo muchas expectativas de que sea del agrado de los lectores. Además, espero que con el tiempo Redhead vaya abriéndose camino en otros países.

Siendo licenciada en letras, traductora y docente universitaria, ¿cuáles son tus autores preferidos y cuáles los que más te influyeron a la hora de sentarte a escribir?

La lista sería interminable. Pero puedo mencionar a dos que tengo muy presentes: Charles Dickens fue decisivo en mi formación como lectora. Descubrí su obra cuando era adolescente y desde entonces sigo leyéndola. Albert Camus me fascina por su búsqueda de la justicia en un mundo adverso, sus libros y su vida son un ejemplo para mí.

 

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Mercedes Giuffré

 

De un par de años a esta parte autores como Mankell y Larsson han reflotado el interés por el género policial, al tiempo que toda Latinoamérica se sumaba a la movida. ¿A qué atribuís este nuevo apogeo del Noir?

A lo que aludían Borges y Bioy cuando decían que el policial “aboga por los derechos de la construcción, de la lucidez, del orden, de la medida”. Claro que ellos estaban pensando en el policial enigma. Pero creo que la idea se aplica de todos modos. Vivimos en un mundo cada vez más caótico, violento e injusto, y no siempre encontramos referentes en la realidad que nos alienten a no desfallecer. El detective del policial negro se zambulle en ese mundo y de un modo u otro logra cierto orden. Me agrada de las novelas de estos autores el hecho de que aludan a temas que actualmente nos tocan de cerca en las sociedades occidentales y a la vez mantengan un hilo conductor con el policial de todos los tiempos. Creo que es ése uno de sus atractivos. Nos reconocemos en los temas, más allá de lo lejos que estamos de ser Escandinavia. Y si bien los problemas en la realidad no se resuelven, el hecho de cerrarlos en la ficción opera de catarsis. La literatura, como la tragedia en el mundo griego, nos libera. El arte en general lo hace.

Finalmente: como lectora, traductora, escritora y docente, ¿cómo ves el devenir cultural de nuestro país?

Incierto. Por un lado hay una gran riqueza humana y mucho potencial. El argentino es inquieto y curioso y ese es un recurso apreciable. Pero por otro lado, el nivel educativo es cada vez menor. Creo que habría que incentivar la lectura en los chicos y en los adolescentes como un medio para abrir sus mentes y apartarlos de los peligros del sinsentido que se percibe en la sociedad actual. Enseñar a dialogar, que es básicamente escuchar y luego ser escuchado. Enseñar a pensar y a investigar con espíritu crítico. Somos seres humanos y como tales, llenos de potencialidades que, incentivadas, pueden desarrollarse y enriquecernos como personas. Argentina tiene buenos escritores y artistas en general. En ellos hay grandes valores culturales con que beneficiar a los jóvenes, que son los ciudadanos del mañana.

Sobre El Autor

Damián Blas Vives es actualmente es Director de Gestión y Políticas Culturales de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. Entre 2016 y 2020 coordinó el Centro de Narrativa Policial H. Bustos Domecq de dicha institución y antes fue Coordinador del Programa de Literatura y editor de la revista literaria Abanico. Dirigió durante una década el taller de Literatura japonesa de la Biblioteca Nacional, que ahora continúa de manera privada. En 2006 fundó Seda, revista de estudios asiáticos y en 2007 Evaristo Cultural. Coordina el Encuentro Internacional de Literatura Fantástica y Rastros, el Observatorio Hispanoamericano de Literatura Negra y Criminal. Ideó e impulsó el Encuentro Nacional de Escritura en Cárcel, co-coordinándolo en sus dos primeros años, 2014 y 2015. Fue miembro fundador del Club Argentino de Kamishibai. Incursionó en radio, dramaturgia y colaboró en publicaciones tales como Complejidad, Tokonoma, Lea y LeMonde diplomatique. En 2015 funda el sello Evaristo Editorial y es uno de sus editores.

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