Ansioso. Ansioso y acompañado de su respiración agitada, con temor a ser herido o perder algo, se sentó a escribir.
Se detuvo cuando estaba mareado y para despejarse, comenzó a bosquejar mecánicamente formas en la hoja. Apabullado soltó el lápiz y observó sus manos. Volvió a apreciar aquel dibujo, no creía haber sido él el creador. Su respiración se volvió aun más agitada.
Apenas los vio terminados, sintió un cosquilleo incómodo en el abdomen y sus manos sudaron. Le costaba despegar la atención de ellos. Eran preciosos, aquellos labios que habían salido de sus manos eran magníficos, similares a una fotografía, perfectamente simétricos y carnosos.
Ya no sabía cuánto tiempo había pasado contemplándolos, conteniendo sus ganas. Corroboró que en su casa no había nadie más e intensamente los besó.
Se había enamorado y olvidó por completo que eran obra suya. Desde aquel día todo lo hacían juntos. Él les hablaba, les cantaba y les declaraba su amor; por la noche los apoyaba a su lado, en la almohada, y entre murmullos y besos, se quedaban dormidos.
Nunca volvió a bocetar aquellos dibujos que alguna vez adoró hacer, lo único que escribía ahora eran ridículas cartas de amor.
Carolina Mastrangelo nació en Buenos Aires en 1998. Actualmente cursa cuarto año del Colegio Paideia. Estudia dibujo y pintura y disfruta leer y escribir.
