La dictadura, cebada por los resultados obtenidos, intramuros, en aquella “guerra” asimétrica y de baja intensidad que se ajustó al corsé del Terrorismo de Estado, intentó después ganarle a Inglaterra una pulseada en el marco de las reglas de la guerra, creyendo el verso de la zona de exclusión.
El barco que no llegó a Malvinas es un capítulo de nuestra historia reciente; un dato de la realidad que nos sacudió y comenzó a hundirnos en aguas de la verdad. Nos arrebató gran parte de la esperanza, alejándonos de la certeza de recuperar la integridad territorial. Y nos hizo tomar consciencia de la mentira que enmascaraba el peor rostro de la aventura castrense.
Pero nada de ello empaña la otra trama de la misma historia; nada impide reconocer aquellas acciones de socorro que permitieron salvar vidas en el marco del operativo de rescate de tripulantes del Crucero Gral. Belgrano.
Juan Terranova, en esta oportunidad, nos regresa al escenario de la guerra perdida, con intención de acercarnos a ciertos personajes, lineales y circulares, que habilitan una nueva mirada sobre el tema.
Felizmente, el autor deja de lado esa serie de prismas conocidos con los que podría haber observado lo ocurrido en Malvinas. Quedó fuera de uso el prisma distorsionador, el de los intereses, el de la frustración, el de los traumas, el de la especulación y el forzosamente limitado.
Plantear la hipótesis de ir a una guerra con Inglaterra hoy se inscribiría como disparate, pero hace treinta y cinco años la gran aventura entusiasmó a un amplio sector de la población. Te pido una reflexión al respecto.
Las Islas Malvinas usurpadas por el Reino Unido son una hipótesis de conflicto permanente para Argentina. No creo que sea “un disparate” la hipótesis bélica hoy con Inglaterra. Si no, no se entiende por qué una potencia europea de la OTAN mantiene ahí una base militar como la de Mount Pleasant, con armas de última generación y más de 2500 soldados. En el año 2041 vence el tratado Antártico y no sabemos muy bien qué puede pasar. Suena un poco paranoico pero no lo es. O mejor dicho, hasta los paranóicos tienen enemigos. Que hoy no tengamos una guerra por los recursos naturales, como sí pasa en otras partes del mundo, no quiere decir que eso no sucede en breve.
Hacés una buena descripción del barco y pasás revista a su trayectoria, incluyendo el nombre con el que se lo bautizó en Argentina antes de ser modificado por la Revolución del ´55. Hablanos del proceso de investigación que encaraste para enriquecer Puerto Belgrano.
Bueno, leí bastantes libros, los imprescindibles fueron El hundimiento del Belgrano de Arthur Gavson y Desmond Rice, escrito al terminar el conflicto y publicado en español en 1984. Hasta la última balsa. Testimonios de una operación de rescate de la Guerra de Malvinas de Daniel Cavalieri, editado en el 2011 por el Instituto de Publicaciones Navales. Hasta la última balsa me resultó imprescindible tanto en sus detalles técnicos como en su espíritu de reivindicación de un hecho muchas veces olvidado y desconocido. Por su parte, el breve testimonio de Alberto N. Deluchi Levene, Desde la balsa, entre la angustia y la esperanza, no solo me ayudó a entender la vida a bordo, el ataque, la evacuación y el rescate sino que también me inspiró a escribir. La historia del Belgrano y su tripulación está en estos libros que merecen ser leídos. También usé como obras de referencia La medicina en la Guerra de Malvinas de Enrique Mariano Ceballos y José Raúl Buroni, y 1093 tripulantes de Héctor Bonzo, así como saqué provecho de charlas ocasionales y entrevistas con veteranos, en especial Juan Manuel Coronel y César Trejo.
¿Cómo entran en esta historia los camaradas rusos, Kabalevski y Mosólov?; imagino que con relación a este tema puntual, estamos ante lo que podríamos reconocer como otro registro de alguna parte de la realidad aunque con traje de ficción, ¿puede ser?
Sí, son las licencias del género novela. Aunque quizás no se trate de licencias sino del mismo centro del género. La presencia soviética en el Atlántico Sur durante la guerra de Malvinas ya se comprobó y esos personajes están puestos ahí para significarla de un modo algo más alucinado. ¿Qué hubiera pasado si la URSS intercedía por la Argentina en Malvinas? Es un punto de partida interesante para una ucronía.
¿Por qué la ópera?
Me gusta como género y descubrí que Wagner y el Atlántico Sur se llevan bien. Así que eso me sirvió como fetiche para delinear mejor la historia.
En algún pasaje de esta historia hablás de una “mentalidad idiota y colonial”; me interesaría ampliar la idea.
El colonizado es como el tonto: si ya sabe que es tonto lo es un poco menos. El peor colonizado es el tonto que se siente inteligente.
Por último, para ir cerrando esta entrevista, no quisiera pasar por alto lo más importante de todo esto: el ataque al Gral. Belgrano, la evacuación y el rescate. Obviamente, no voy a pedirte que avances ahora en lo sustancial del libro, pero sí te pido alguna reflexión que sintetice el espíritu de aquellos hombres.
Todos fueron muy valientes tanto los náufragos como los que salieron a buscarlos. Fue, sin más, el operativo de rescate marítimo más exitoso de la historia bélica. Cada vez que lo recuerdo me siento orgulloso de ellos y creo que hay que recordarlos como los héroes que son cada vez que podemos.