fotografía de portada: Denise Koziura Trofa
Acto uno
Nudne infla el pecho, abre sus chacras, llama a las buenas vibras. Respira profundo por la nariz, su propio perfume la distrae pero se esfuerza en conservar los ojos cerrados. Tiene éxito. Lleva sus palmas al pecho, ajena a toda perturbación, y trata de sonreír antes de descruzar las piernas para ponerse de pie.
Intenta escaparle a las preguntas que no tienen respuesta. A veces lo logra.
El celular le avisa que casi es hora de desayunar.
Mira la cámara que le regaló su marido reposando sobre la mesita del comedor, siente que apenas sabe usarla y recuerda que tiene que apresurarse para llegar al curso de fotografía. Irá en jogging y remera. Le gusta parecer descontracturada.
Acto dos
Barba larga. Zapatillas rotas. Colchón mojado. Curtido, como su piel. Fantasma está adormecido aunque del todo nunca duerme.
Paredes de aire y cartón.
Hace mucho perdió el pudor. Los pruritos. Prácticos son ahora sus pesares. Aunque ya casi que ni piensa. Al frío a veces el alcohol lo merma. El tormento necesita otros brebajes. Por eso el caminar errático. Por eso tanto aplomo. Da vueltas con la mano extendida, palma hacia arriba, arrastrando los pies como si llevara grilletes. No se aleja demasiado de sus cosas. Siempre tiene sobre ellas un ojo.
Acto tres
Fantasma está apichonado contra la pared de mármol. Una colcha gris verdoso lo abraza. Con la vista fija en la nada no ve a Nudne que se detuvo y lo mira. Nadie para el paso nunca. ¿Será que acaso se conmueve? Se aleja dos pasos.
Reencuadra.
Con su tercer ojo, caro, carísimo, lo inmortaliza.
Foto de galardón.
Finísimo el papel. Regia la enmarcación.
Hoy se expone en un museo. Tiene a la derecha un jarrón y a la izquierda al tipo que custodia la sala.
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