Con motivo de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires visitó nuestro país el ilustrador Jakob Hinrichs para presentar su novela gráfica El bebedor, basada en la vida y la obra Hans Fallada, escritor alemán cuya obra está siendo rescatada en español por el sello editorial Maeva.
Los lectores de novela gráfica de habla hispana ya te conocemos por la adaptación que hiciste de Arthur Schnitzler en Relato Soñado. ¿Cómo te relaciónas con estas obras literarias y estos autores?
Me gusta mucho la literatura y también trabajar sobre ella. Me interesa, fundamentalmente tomar el contenido de literario de de una obra como la de Schnitzler, que ha escrito casi cien años atrás, y encontrar un abordaje completamente actual para esa pieza. Por ejemplo, este dialogo entre el matrimonio, sobre sus deseos sexuales, y trasladarlos a un tiempo más indefinido, más contemporáneo.
¿Cómo llegan estos dos autores a vos?
Con Relato Soñado lo que sucedió fue que mi editorial me preguntó si me apetecía hacer una novela gráfica con ese texto y estuve muy contento con la oportunidad de hacerlo. Respecto a la segunda novela gráfica, estuve hablando con el editor Peter Graf y entre ambos buscamos temas. Hans Fallada nos gustaba mucho a los dos y teníamos la posibilidad de trabajar sobre toda su obra ya que sus derechos estaban ahí, en la editorial.
¿Cómo te metés en el mundo gráfico?
Es curioso porque yo vengo más del mundo de la ilustración y del diseño gráfico. Estudié Artes Visuales en Berlín. Mis imágenes tienen siempre una impronta muy narrativa, pero antes de Relato Soñado no había hecho cómics, ese fue mi primero y desde ahí me capturó.
Es interesante la síntesis que hacés entre los dibujos y los colores en las dos obras, si bien cada una tiene sus particularidades. ¿cómo fue esta selección estética?
Para Relato Soñado quería un colorido bastante pop para quitarle el aspecto naturalista, no quería mostrar la Viena de los años veinte, ambientación del relato original, sino darle un aire, un impronta más surrealista.
En el caso de Fallada, revolviendo diversos materiales en busca de inspiración encontré un viejo tebeo español, de la década del 40 su cromatismo era especialmente tosco pero eso mismo formaba parte de su belleza. Pensé que ese colorido podría funcionar muy bien con Hans Fallada.
En cuanto a la parte literaria del comic, ¿cómo llegás a la narrativa, a la literatura propia de la novela gráfica?
Para mí es importante destacar en este punto que no considero el cómic como una versión ilustrada de la obra literaria, sino más bien como el producto de un dialogo con esa literatura. Es una propuesta gráfica que hace referencia a esa literatura pero no es exactamente ella. Creo que una novela gráfica debe ser algo nuevo, un nuevo enfoque que dialogue con esa obra.
Cuando ingresaste en ese mundo, ¿qué referentes tomaste?
Con el Relato Soñado me parecía que tenía la suerte de no contar con una formación tradicional de la historieta. Me parecía que sin saber todo, tenía una libertad bastante grande. Y mis referentes audiovisuales los encuentro en la historia del arte. Por ejemplo, trato de incorporar a mi estilo y a mi lenguaje visual a autores expresionistas alemanes de la Neue Sachlichkeit como George Grosz u Otto Dix.
¿Cómo es el entorno artístico alemán?
En Berlín hay tantos grupos creativos distintos que, a veces, es difícil conocerse unos a otros. Hay gente que hace lo mismo y no se conocen entre sí.
En esta última novela gráfica decidiste mezclar la obra literaria con la biografía personal de ese autor. Hablanos un poco de esa decisión.
Al principio, leí la novela, El Bebedor, pero había un momento donde no entendía bien la figura ficticia, para mí era un tema abstracto en cierta manera. Después fui investigando en la vida de Hans Fallada y encontré todo lo humano que me faltaba en el protagonista de la novela.
La novela gráfica también es bien autobiográfica, pero al mismo tiempo, no quería decir “el autor es el protagonista”. Lo que pasa es que Hans Fallada es una persona muy famosa en Alemania y hay una cierta imagen de él como figura artística. Mi acercamiento fue una investigación bastante subjetiva, yo no podía recrear al hombre -Hans Fallada- objetivamente porque yo no soy biógrafo, solo podía tener mi propia visión artística del personaje de Hans Fallada en combinación con su literatura. Durante el trabajo encontré muchas cartas que él le había escrito a su familia, y con ellas pude crear mi propia versión de Hans Fallada, pero sé que no es él como persona real.
¿Qué lugar ocupa Hans Fallada dentro de la literatura alemana?
Es uno de los escritores más famosos del siglo XX. Antes de la guerra ya había publicado muchísimo. En los últimos años Hans Fallada ha vivido un resurgir, en parte por la edición de sus obras en Estados Unidos. En Alemania hay muchos aficionados a la obra de Fallada, pero no suelen ser el tipo de lectores aficionados al cómic. A veces cuando hago una presentación sobre el libro solo vienen los aficionados de Hans Fallada y me dicen: nunca he leído una novela gráfica, pero me gusta mucho cómo lo has hecho. Es algo que disfruto. Trabajando con la literatura llegás a un público nuevo.
¿Tenés la fantasía de trabajar la obra de algún autor en particular?
Estas dos autores con los que trabajé, ya llevan mucho tiempo muertos. Me gustaría hacer una colaboración con un autor vivo, para encontrar en el lenguaje y en la literatura una visión más contemporánea. Y ver cómo gestar esa combinación entre imagen y lenguaje.