Oye la cuenta, que ya llega a ocho. Caído sobre la lona, sufre. La lucha es dura. Sabe que si escucha diez, todo acabará. También sabe que, si se yergue, la pelea será aún más difícil. Duda en continuar.
¡Nueve!
Una vocinglería ininteligible lo ensordece. Decide pararse. Con dificultad, logra hacerlo antes de que llegue el fatídico diez final.
El barullo amengua, sin apagarse por completo. Sus rivales se le acercan, más amenazantes que antes. Sabe lo que implica enfrentarlos. Innumerables cicatrices se lo recuerdan.
Ahora, en este instante, vuelve a inundarlo la esperanza de oír ese aplauso, singular y último, que siempre ha aparecido.
Ya no duda. Seguro, lo aguarda. Cuando lo escuche, la victoria será suya otra vez.